miércoles, 30 de abril de 2008

1º de mayo


El 1º de mayo, día del trabajo y la fiesta por antonomasia de todos/as los trabajadores/as.

Todos y todas debiéramos estar hoy en la calle, en las manifestaciones de nuestras respectivas ciudades o de aquellas en que nos encontremos en ese momento, para festejar este día que no es sino la reivindicación del orgullo de pertenecer a esta clase y demostrar hoy más que nunca que somos ciudadanos, con nuestros deberes y obligaciones, pero también con derechos, cada vez más coartados.

Si perdemos de vista este hecho fundamental, si abandonamos el sentir de pertenencia a un colectivo, a una clase, y que somos los depositarios últimos de la soberanía nacional, si perdemos todo esto de vista, entonces sucederá lo que cada día se está confirmando con más firmeza: la pérdida cada vez mayor de bienestar, de derechos sociales y, por ende, de los principios sobre los que se asienta todo sistema democrático, la soberanía del popular.

Por encima de todo, el 1º de mayo es una fiesta pacífica que se usa como medio de reivindicación del poder y soberanía de los trabajadores, y se reclama, una vez hecho un balance general, la ampliación y recuperación —sobre todo hoy día— de derechos y bienestar de los colectivos sociales más desfavorecidos y abrumadoramente mayoritarios.

Cada vez son menos los que salen a festejar este día, que es también el homenaje en recuerdo a todos aquellos que lucharon por conquistar esos derechos que, lejos de ser éstos dados u otorgados, son arrancados a las clases dirigentes, a fin de alcanzar sistemas siempre más solidarios, plurales e igualitarios. En definitiva, más democráticos.

Feliz 1º de mayo.

lunes, 28 de abril de 2008

La generación de la bruja Avería


Tras el inciso por el reconocimiento de día tan señalado y a la vez ignorado en nuestro país del 25 de abril, vuelvo sobre mis pasos y retomo el tema de la generación de la cual soy parte integrande, la de La Bola de Cristal, para poner un enlace a un artículo muy interesante y apropiado, aparecido en Público en noviembre del pasado año y que firma el más destacado de los guionistas del mítico programa, Santiago Alba Rico. Este artículo vendría precedido y en respuesta a otro aparecido también en Público apenas una semana antes que habría firmado Leire Pajín Iraola (Secretaria Ejecutiva de la Ejecutiva General del PSOE) y que vendría a hacer suya y de su partido (PSOE) la filosofía contestataria del programa de TVE, emitido desde 1984 a 1988. Tal apropiación, para Santiago Alba, sería más que cuestionable.

El artículo, en verdad, no tiene desperdicio. Ahí va:

«La generación de la bruja Avería»

A continuación, el artículo al cual éste hace referencia:

«La generación de 'La bola de cristal'»

El orden lógico de lectura sería el de comenzar por el segundo, no obstante, sólo añadir que, a diferencia de lo que pueda pensar cualquier votante del PSOE, este no es, ni mucho menos y por más que se quiera y pretenda, un partido que pueda colgarse la etiqueta siquiera de «progresista». Eso sí, allá cada cual con su coherencia.

sábado, 26 de abril de 2008

Dos analogías y una anomalía



Hoy 25 abril se celebran dos acontecimientos —que yo sepa— importantes en Europa: 64º y 34º aniversario, por una parte, de la liberación de Italia por acción de los grupos partisanos —principalmente vinculados y organizados en torno al Partido Comunista de Italia— y de la “Revolución de los Claveles” en Portugal —protagonizada por el ejército portugués— por otra.

Si bien es cierto que han pasado los años y tanto Portugal como Italia han cambiado bastante —sobre todo Italia—, ambos países pueden hoy celebrar orgullosos una fecha que comprende a la amplia mayoría de la población. Dos acontecimientos de fondo y forma progresistas absolutamente incuestionables, de lucha, sufrimiento, pero sobre todo hermanamiento popular.

Uno no puede por menos en este día que sentir una admirable envidia sana hacia dos países que, si bien no atraviesan por su mejor momento en lo que a esencia democrática se refiere, pueden, afortunadamente, celebrar dos victorias absolutamente decisivas para su democracia tanto nacional como incluso internacional puesto que el alcance y logro de sendos acontecimientos es ya patrimonio imperecedero de los principios más firmes de la democracia, esto es, la victoria de la voluntad popular.

En el caso portugués, Grandola, vila morena es la canción que fue escogida por los militares para realizar el golpe de Estado al dictador Salazar. El primer movimiento que tenían que hacer era ocupar la emisora de radio nacional; una vez hecho esto, pondrían esta canción, que era en realidad la señal que indicaba que todo se había puesto en marcha. El golpe, absolutamente pacífico, se realizó con la más absoluta limpieza y perfección, puesto que contó, como habían previsto los militares, con la colaboración de toda la ciudadanía portuguesa. Pocas veces en la historia se ha podido ver a ejército y pueblo yendo de la mano.

En contraposición, nuestro tan sobre valorado orgullo y conciencia democráticos son sin lugar a dudas susceptibles de ser cuestionados, pues se nos recuerda con demasiada frecuencia a quién tenemos que estarle agradecidos por nuestra tan querida y anhelada libertad. Por supuesto, esto no es más que un medio de legitimación de la monarquía que, precisamente por esto, se dice que no debemos poner en cuestionamiento. Sin embargo, pocas veces se reconocen, sobre todo a nivel estatal, los méritos y sacrificios de todos aquellos que lo dieron realmente todo por conquistar la libertad en nuestro país.

Aquí la fiesta nacional no es la de la Constitución, sino la de la “hispanidad”. Valiente nombre para una festividad que viene del franquismo más severo y que no tiene otro contenido que el del viejo espíritu y anhelo de la España imperial.

Los que guardan en su haber el auténtico sentir democrático lo que celebran no es una victoria, no, sino una derrota o un proyecto fracasado si se prefiere: el advenimiento de la Segunda República cada 14 de abril. Una celebración que no es triunfalista —no podría serlo— pero sí profundamente sentida por ser el mayor ensayo democrático, todavía hoy, de la historia de España. La Constitución por la república elaborada era y aún lo es hoy, la más democrática que jamás este país haya visto. Por primera vez en la historia, España estuvo a la vanguardia de Europa, simplemente porque aquella Constitución de 1931 es la que más derechos daba —y da— a la ciudadanía en su conjunto, máxime si tenemos en cuenta que, ya en el artículo 1º se reconocía a España como una “República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia” pero sobre todo que “los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”.

Por desgracia, un 18 de julio de 1936 a ese pueblo le fue sustraída durante 40 años, su voluntad popular. Espero que algún día en España la gente pueda celebrar una fiesta que identifique a todos, que sea realmente nuestra y que así se la considere. Qué envidia aquellos pueblos que pueden celebrar una fiesta que de verdad les pertenece por derecho propio, porque la lucharon y así ganaron. Aquí, según parece, nos la regalaron…

Revolución de los Claveles:

http://www.youtube.com/watch?v=RhDXm9fu1P0&feature=related

Liberación de Italia:

http://www.youtube.com/watch?v=ni8DHKy0xWw&feature=related

Y otra más; esta es una escena de verdad preciosa que acabo de encontrar. Si alguien conoce la película que me haga el favor de decirme su título:

Fischia il vento

lunes, 21 de abril de 2008

¡Viva el mal, viva el capital!


He rescatado de mi memoria gracias a las bondades de Internet un programa que todo el mundo que haya vivido en los ’80 en este país recordará y, en gran medida, seguramente añore. Sobra decir que programas como este hoy son, sin más, imposibles de ver o concebir en la oferta televisiva actual. Por una parte, nadie los produciría y casi con total seguridad ninguna cadena se atrevería a emitir; por otra, dudo que fuese a tener una acogida siquiera similar a la que tuvo en aquel entonces. Esto no ya por el formato, que por supuesto podría adaptarse a la actualidad sin mayores complicaciones, sino por su discurso ideológico fuertemente crítico contra el Sistema y todo lo que este envuelve.

En la actualidad, creo que la gente podría aburrirse o no comprender íntegramente tanto el sentir hondamente crítico del verso y las situaciones de los electroduendes como la sucesiva burla ácida tanto hacia mitos propios de la cultura occidental como hacia el sistema capitalista y las injusticias y las contradicciones que este presenta. Frases que marcaron toda una generación tipo “lucho contra el Estado y casi siempre salgo muy mal parado”, “viva el mal viva el capital”, “no somos revolucionarios, sólo queremos ser explotados por un empresario” u oírse cosas como “por solidaridad con el jefe del imperio” al tiempo que aparece una fotografía de Ronald Reagan con la bandera estadounidense detrás suyo, son realmente difíciles de imaginar en la televisión o los medios actuales.

Ejemplos como este muestran que la sociedad se ha desideologizado a un ritmo vertiginoso. Quizás este tipo de programas no tengan cabida a día de hoy, no sólo ya por los impedimentos que pudieran encontrar, sino, simplemente, porque la sociedad ha sido moldeada de tal modo que ya no resulta receptiva, o incluso tiende a menospreciar, este tipo de discursos. Y no me refiero ya al público infantil al que iba en principio dirigido el programa, sino al espectro social en el sentido más amplio.

Antes, cuando Felipe González hacía el llamamiento al voto útil, lo hacía diciendo que, en su opinión, “el voto debería servir para transformar la sociedad”; hoy, este mismo llamamiento, se realiza advirtiendo: “cuidado; puede ganar la derecha”. De cualquier forma, una diferencia de forma, no de fondo y, dicho sea de paso, tal voto nunca fue empleado para transformar la sociedad, al menos no en los términos progresistas que pretendía dar a entender el ex presidente.

Tras ver esto, uno podrá darse inmediata cuenta de lo mucho que ha cambiado la sociedad española; en este sentido, a peor, por supuesto.


La Bola de Cristal; los electroduendes:

http://www.youtube.com/watch?v=kcE41G1XSYM&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=BN1nOKgEbUY&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=sWgSPo4zEvA

http://www.youtube.com/watch?v=hhFIhiPwnMY&feature=related

martes, 15 de abril de 2008

Italia se derechiza

Se derechiza Italia. Anoche y tras dos días de elecciones, se conocían los resultados electorales que daban la victoria a la coalición de —voy a omitir cualquier barbaridad— Silvio Berlusconi. Esto marca un regreso del gobierno italiano a exactamente veinte meses atrás, momento en el que tuvo que apearse por perder los anteriores comicios.

Pero no sólo esto. Su coalición, que con el mal gusto al que nos tiene acostumbrados, ha ido más allá si cabe y se presentaba bajo el nombre de partido Il Popolo della Libertà, ha conseguido más del 46% de los votos y la mayoría absoluta en el parlamento. Si bien el resultado no es muy sorprendente, hay que tratar de ver qué consecuencias puede traer y que a priori trae. La primera, que ha ganado la coalición de un personaje popularmente conocido por ser, además de un esnob, un empresario y político populista demagogo —típico de populistas de derechas— que ha sido declarado culpable de corrupción y extorsión —todos recordarán el juicio en el que quiso defenderse a sí mismo— pero absuelto por haber preescrito el caso. Una coalición constituida por este partido, con estructura de mercenarismo político —en Forza Italia se ofertaban distintos rangos de pertenencia al partido en función de la tarifa y cenas con miembros de éstos; una cena con Berlusconi podía llegar a costar 20.000 €— coaligado con la extrema derecha —caso de Alianza Nazionale, de Gianfranco Fini que será el presidente de la Cámara— y la derecha de la extrema derecha, caso de los separatistas de la Lega Nord —sin muchos matices un partido fascista— que ha triplicado sus resultados respecto a la anterior elección. Paralelamente desaparece, por efecto del llamado voto útil, el pluralismo político y por primera vez en la historia de la democracia italiana los comunistas no tendrán representación parlamentaria.

Italia era en Europa, seguramente una de las democracias más asentadas y plurales de todo el continente, al menos hasta la llegada de Berlusconi. Para ilustrar este hecho, baste decir que la participación ha sido de algo más del 80% pero a su vez, la más baja de los últimos 20 años. ¿Qué quiere decir todo esto? Que Italia, como Europa, cae víctima de uno de los más peligrosos vicios de la democracia: el bipartidismo. Ahora la izquierda italiana parlamentaria es —también sin muchos matices— centro izquierda. La búsqueda del mal menor —tratar de evitar la victoria de la derecha— conlleva, además de entregar el voto a una opción en la que no se cree plenamente, el fin de la protesta social merced a la disminución participativa de la ciudadanía en la vida pública, fruto a su vez de la apatía de quien no se siente plenamente representado a nivel parlamentario. Esto trae inevitablemente consigo la debilidad del sistema democrático. Actualmente, similar a la democracia española, lo que mueve al electorado de izquierdas —aunque en una medida mucho menor que en España claramente— no es el convencimiento político sino la animadversión a la tan odiada y mal vista derecha, pero sin tener fe en un proyecto que de izquierdas tiene poco.

En Italia, tanto Veltroni como Berlusconi se han acusado mutuamente de copiarse el programa. Sorprende que, aun en el caso de que la derecha hubiera hecho esto, la “izquierda” tenga un programa político siquiera similar a una coalición de la derecha con la extrema derecha y la derecha de la extrema derecha. Todo el mundo coincide en que las medidas sociales son básicas y vitales, sin embargo, se afirma sin miramiento alguno que lo que debe hacerlas efectivas es el correcto y buen funcionamiento de la economía. Lo social depende absolutamente de lo económico, todos parecemos aceptarlo y nadie parece querer darse cuenta de que el orden lógico y sobre todo humano, sería más bien el inverso. En España al menos, la evolución del empleo no la da el ministro de trabajo y asuntos sociales —Caldera, si es que alguien lo ve algo por televisión— sino el de economía. Una violación del sentido común.

Hoy informa El País: “Serán años muy difíciles pero decisivos (…) las basuras, la vivienda, las ayudas a las familias, Alitalia, renovar las infraestructuras y tomar medidas fiscales” —en palabras de Berlusconi—. La renovación de las infraestructuras es, casi con total seguridad, la privatización de las mismas, empezando por la mentada Alitalia —que acabará como la española Iberia si nadie lo remedia— y las medidas fiscales, pues seguramente quienes más lo notarán serán los estratos más bajos de la sociedad. Y continúa: “daré menos espacio al teatrito de la política y de las televisiones. Aplicaré una política exterior diferente; no haré conferencias de prensa y no leeré los periódicos que obviamente tomarán posición contra mí. Quiero esforzarme y ser el estadista que cambie el país”, todo esto mientras anuncia “una actitud de diálogo” para elaborar las reformas.

La derecha misma se derechiza, con éxito, mientras la “izquierda” hace lo propio derechizándose y pasando a ser, de izquierda a centro izquierda y, de aquí en no demasiado, a ser centro derecha. El ejemplo en España es ilustrativo. Aquí gozamos de lo que podríamos denominar un momentáneo ficticio bienestar político pero no estamos libres o exentos ni de la extrema derecha ni de los condicionantes que ésta trae consigo, ya que el patrón neoliberal es el que gobierna toda la política. A nivel global sucede algo parecido en política internacional y mientras nunca antes, desde después de la II Guerra Mundial, el espectro político nacional y mundial había sido tan sumamente conservador, la estratificación social y las desigualdades nunca habían sido tan desproporcionadas. La tendencia no parece que vaya a cambiar aunque paradójicamente la ciudadanía parece quejarse, al tiempo que anuncia su pérdida de confianza en la clase política. Curioso cómo se presenta el mundo en el que tras el final de las tan mediáticas injusticias mundiales con la caída del Muro de Berlín y el “fin” del comunismo, es decir, de las ideologías, nuestras democracias no hacen más que mirarse al ombligo de sí mismas.

El sur de Italia nunca había sido tan pobre y las perspectivas de futuro para los jóvenes de las regiones al sur del Lazio se reducen cada vez más restrictivamente a la emigración al norte, al ejército, o a la mafia. Con este panorama gobierna en Italia un empresario —cómo no, del norte—, en coalición con un partido de extrema derecha y otro fascista que representa al separatismo del norte de Italia. No parece pues, que vayan a aportar muchas soluciones a las regiones y los estratos sociales más desfavorecidos.

La situación italiana es lamentable y parece despertar tantas carcajadas en nuestro país como lamentos en el suyo; pero que nadie se equivoque, Italia camina al paso que marca Europa.

miércoles, 9 de abril de 2008

La Llama Olímpica y la causa tibetana


Por primera vez —que se haya visto— se ha apagado la Llama Olímpica. Ha sucedido en París, donde numerosos y fervientes partidarios de un Tíbet independiente han protestado contra la ocupación de esa región por parte del gobierno chino, tratando de boicotear en lo posible la gran cita olímpica. Como cabía esperar, China comienza, poco a poco, a ser el centro de todas las miradas. Por supuesto, no sólo se habla de deporte sino, más bien, sólo de política. Esto es lo que no sorprende.

Se habla del despotismo chino que reprime con gran virulencia las pacíficas reivindicaciones tibetanas que piden la independencia de su región. Ahora bien, que un grupo de fanáticos ingleses o franceses hayan protestado contra las injusticias del mundo, en este caso cristalizadas sobre la indefensa región de los lamas, y manifestada esta a través de la extinción de la antorcha olímpica, no supone sino un sesgo informativo que, a fin de cuentas, ¿sobre qué informa o busca informar? ¿A alguien, después de estos incidentes, tiene una mínima idea qué es lo que sucede en el Tíbet y cuál es su situación política actual o su realidad histórica?

Este tipo de noticias, lejos de arrojar luz, tienden a confundir a la audiencia y quizás porque la cosa, así tal cual se ha dejado, está bien como está. De hecho sólo podemos sacar una cosa en claro, el mundo y la opinión pública en general están con la causa tibetana. De momento, la noticia ha logrado el alineamiento con la posición del Tíbet.

Es fácil argumentar esto pero, de hecho, en Italia suelen verse pintadas a favor de un Euskadi libre o un gora ETA, a la que se refieren, como hiciera Aznar hace algunos años durante la primera tregua de ETA, como Movimiento de Liberación Nacional. Evidentemente, recomendaría a esos italianos —yo y casi cualquier español— que se informasen antes de opinar sobre un tema tan delicado y difícil como este. ETA no es el EZLN, como tampoco el Tíbet es Vietnam. Así pues, ¿por qué se defiende tan fervorosamente el Tíbet y cuál es la realidad política e histórica de la región?

Para empezar, diría que es un país que, precisamente por el desconocimiento tan sesgado y general que de él se tiene, está enormemente idealizado en el imaginario colectivo mundial —u occidental al menos—. Se trata de un país que, históricamente, a penas ha gozado de independencia real o práctica y, tradicionalmente, se le ha considerado parte integrante de China. Si bien habría que decir que esta consideración cambió después de la II Guerra Mundial y 1949, año de la revolución, cuando las estrategias políticas de países como Gran Bretaña y Estados Unidos fueron orientadas a tratar de debilitar y desestabilizar a la nueva república comunista. En la actualidad, no obstante, ningún país del mundo —ni siquiera los EE.UU.— ha reconocido al gobierno del Dalai Lama en el exilio, considerando al Tíbet como una región de China.

De ser protectorado británico con intereses comerciales de todo tipo y de países como EE.UU. a colonia del Japón desde antes de la Segunda Guerra Mundial —creo que desde 1937—, el Tíbet sólo figuraba en los mapas de aquellos que practicaban alpinismo de élite. Esto cambió por supuesto después de 1949, comenzando las habituales campañas, en el contexto de Guerra Fría, orquestados por la CIA y EE.UU. orientadas a difamar y poner a la opinión pública mundial en contra de los regímenes comunistas. La estrategia entonces, igual que ahora, promover el separatismo de dos de sus regiones, Taiwan y Tíbet.

A partir de 1950, fruto de la nueva política norteamericana, comenzó a acusarse a China de destruir y reprimir una rica y milenaria cultura tibetana de la que entonces poco o nada se sabía. Pero la cultura de los lamas es algo más que unos monjes corriendo o rezando en un templo a 4.000 metros de altitud ajenos a lo que sucede en el resto del mundo. Habría tres aspectos muy arraigados en la cultura tibetana que habrían sufrido cambios más o menos fuertes bajo la “nueva” China pese a contar con amplia autonomía legislativa.

Primero estaría quizás el tema religioso. La propia Constitución estipula la libertad de culto, además, como por todos es conocido, en China existen varias religiones mayoritarias y todas politeístas que, a diferencia de lo que acostumbran las monoteístas —y concretamente el cristianismo—, no suelen tener mayores problemas ni contradicciones en respetar otros cultos. Segundo, aquello referido a la administración social. Este punto sí habría sido severamente afectado tras la revolución china, y es que el sistema político-social tibetano era, sin más, de tipo feudal. Pekín obligó al Tíbet a abolir la servidumbre, costumbre más que arraigada en la región. Por último, la aplicación de la reforma agraria por parte de la República Popular en los territorios tibetanos, contó con la oposición de su élite social, la cual se negó a aceptarla. Esto fue lo que condujo al levantamiento armado de 1959 que se cree, pudo estar financiado por la CIA.

Cabría añadir que el máximo defensor de la causa tibetana es el presidente de los Estados Unidos, G. W. Bush, amante como todo el mundo sabe de las costumbres y culturas exóticas. Sorprende que el país más beligerante del mundo —multiplica por nueve el presupuesto militar chino— sea el que más llamamientos a la paz y al diálogo hace. País que, además, es mundialmente reconocido por la idiocia reinante y la irrespetuosidad que tanto gobierno como ciudadanía manifiestan hacia otras culturas pese, a ser en sí mismo un mosaico informe y ecléctico de muchos lugares distintos y cuya cultura se la podría denominar, sin más, de consumo, tiene la hipócrita actitud de erigirse en defensor de la causa del Dalai Lama. No pongo en duda la buena voluntad de aquellos que, a mi entender equivocadamente, trataron y consiguieron apagar la Llama Olímpica, pero precisamente son ellos quienes más debieran saber que en muchas ocasiones las formas progresistas tienen en realidad un trasfondo reaccionario.

Lejos de mí, pese a lo escrito, defender al gobierno chino —que de comunista considero que tiene poco—. No pretendo ni mucho menos insinuar que China realiza en la región una labor humanitaria hacia las pobres e ignorantes gentes del Tíbet o insinuar que la prosperidad y el comercio están llegando por fin a esos últimos confines del mundo que, incluso siendo así, son los propios tibetanos quienes debieran decidir si así lo quieren.

Desde luego la situación media de los tibetanos ha mejorado, igual que la del pueblo chino, tras la Revolución Cultural. No obstante, en China hay muchas cosas criticables y puede que la situación del Tíbet sea una de ellas, pero si implica el apoyo a la alternativa reaccionaria lamaísta, apoyada para colmo por los EE.UU. —un tanto extraño para un hombre de paz como el Dalai Lama buscar apoyos en el tipo de la foto—, diré más bien que la solución al caso tibetano tendrá que esperar a que una alternativa más convincente y legítima cobre forma.