domingo, 12 de febrero de 2012

Último adiós a Manuel García "Otones". (Hasta siempre camarada)


Hay una lumbre en Asturias
que calienta España entera
y es que allí se ha levantado
toda la cuenca minera

El pasado sábado día 4 de febrero, hoy hace exactamente una semana, Gijón despedía a Manuel García "Otones", militante histórico del Partido Comunista en Asturias.

Nacido en 21 de agosto de 1930 durante el que sería el último año de la Restauración borbónica, en un pequeño pueblo del concejo asturiano de Langreo llamado Otones (hoy desaparecido). Huérfano a los seis años luego de que su padre, miliciano republicano, fuese muerto en San Estaban de las Cruces defendiendo la democracia republicana contra el fascismo durante la guerra de España. Comenzaría a trabajar con 16 años, afiliándose prontamente al PCE y sirviendo como enlace a los 'fugaos' de los montes de Asturias hasta agosto de 1950, cuando fue detenido, torturado y condenado a 12 años de cárcel mediante consejo de guerra.

No cumplió íntegramente la sentencia, y lo enrolaron en la "mili" para realizar el "servicio voluntario" durante aproximadamente algo más de un año. Se incorporó como picador en la minería. En estos años, luego de contactar con la organización comunista en la clandestinidad, comenzaría a captar nueva militancia difundiendo la nueva estrategia de lucha del PCE contra la dictadura: la "Reconciliación nacional", allá por 1956.

En 1962 participa activamente en el que sería el primer pulso duro a la dictadura tras el fin de la guerrilla. Las huelgas de la minería y la industria, principalmente centradas en Asturias y algunos núcleos industriales de Madrid, pero pronto extendida -aunque sin excesivo éxito- a otros muchos lugares del Estado, entre ellos Barcelona, supusieron un desafío al franquismo mayor si cabe que el de la propia vía armada. Al partir éstas del radical cuestionamiento de las estructuras y las relaciones laborales, dichas huelgas representaron un hondo acto político que atacaría varios de los pilares morales fundamentales (paternalismo industrial) del tinglado franquista.

El impacto internacional se puede calificar a todas luces de extraordinario y de ellas se harían eco en Europa y América, denunciando al régimen por medio de un escrito varios de los más destacados intelectuales españoles en el exilio. Lo encabezaba Vicente Aleixandre y le seguían personajes de primera línea -muy alejados del comunismo- como Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, Camilo José Cela, Menéndez Pidal, etc., etc., etc. Por supuesto, figuraban otros más comprometidos: Buero Vallejo, Armando López Salinas, Fco. Rabal, Alfonso Sastre, Gabriel Celaya, Pablo Picasso... Son muchos y de mucho peso los nombres de los firmantes, sin algunos de los cuales no podría entenderse el siglo XX; no sólo por los ya aludidos. Artur London, Simone de Beauvoir, Eva Forest, llya Ehrenburg o Raymond Aron, parecen pequeños cuando después se nombra a Pablo Neruda, André Breton, Nicolás Guillén, Miguel Ángel Asturias o Jean Paul Sartre.

Todos ellos firmarían una misiva que pasaría a la posteridad y le otorgaría el halo de lo imperecedero a este acontecimiento. Pero eso que le puede conferir una aparente trascendencia esconde a sus protagonistas. Éstos, nombres eternos en la cultura del novecientos, destacan por su genialidad en la parte de la historia humana que escribieron los mineros. "Que no sería quien soy / si no te siguiera a ti" diría con inigualable justedad Rafael Alberti. Otones fue uno de a quienes siguieron.

Las huelgas supusieron además la puesta en práctica de las nuevas estrategias de oposición, no sólo "macro" (Reconciliación nacional) sino también "micro", al comenzar a hacerse extensivas y permanentes las comisiones de obreros en los centros de trabajo, siendo nombrados en asamblea directa comisiones de negociación de trabajadores. Ellas serán el germen que daría lugar al sindicato de Comisiones Obreras (CC.OO.). Y comenzarán a practicar el llamado "entrismo" como estrategia para dinamitar y boicotear el régimen dictatorial. Un informe de seguridad de la propia dictadura de los primeros años setenta señalará en éstas, las CC.OO., al principal peligro para la pervivencia del régimen.

En Asturias, Manolo Otones será uno de sus representantes más destacados, como se comprobaría durante el segundo rebrote de dichas huelgas (las del mes de agosto), cuando será deportado junto a algo más de cien compañeros suyos -en su inmensa mayoría comunistas, aunque no exclusivamente-.

En 1965 se produce en Mieres (centro de Asturias y lugar emblemático para el movimiento obrero, pues será ahí donde obtendrá el socialismo español, allá por 1911, su primer alcalde, Manuel Llaneza) una concentración que devendrá en manifestación de protesta por la readmisión de los despedidos de la minería y la industria. Acabará con el asalto a la propia comisaría de policía. Dos años más tarde, en los primeros días de enero, una comisión obrero-minera hará un llamamiento a la huelga general de 24 horas, y difundirán una octavilla por toda la cuenca minera reivindicando la ampliación y regulación de derechos laborales y la libertad sindical. La firmaban nueve personas, la encabezaba Manolo "Otones" y le seguía Gerardo Iglesias. (Ver 23' del vídeo.)

Pagarán su gesto con su detención al día siguiente. Internamiento, torturas y palizas precederán al juicio que les condenaría a cinco nuevos años de cárcel. Los tres que cumplirá serán sus últimos años de prisión.

Figurante en las listas negras de la Brigada Político Social habrá de emigrar a en busca de trabajo al País Vasco, donde residirá hasta 1985, momento en que regresará a Gijón a disfrutar su jubilación.

Militante del Partido Comunista de Asturias y luego también de Izquierda Unida hasta su muerte, ocupará cargos de responsabilidad dentro del organigrama del partido y se hará cargo, en calidad de coordinador en la región, de la Asociación de expresos y represaliados políticos desde 1990.

Reconocido en los primeros 2000 con la Medalla de Plata del Principado de Asturias y de la Ciudad de Gijón e Hijo Adoptivo de ésta por su trayectoria política, su lucha y su contribución absolutamente invalorable por el regreso de la democracia a España, por quien su padre diera la vida.

Son muchos los que pasados los magnos acontecimientos se dicen retóricamente "quién hubiera estado allí"; pocos son, sin embargo, aquellos que no sólo están presentes participando, sino que provocan el acontecimiento mismo y generan la posibilidad histórica. Hace falta para ello no sé si eso que se da en llamar valor, pero sí desde luego una gran voluntad y convicción. De esto Otones estaba más que sobrado.

Hace no mucho tiempo Manolo se interrogaba: "¿Han merecido la pena 64 años de lucha militando ininterrumpidamente en el PCE, en IU y CC.OO.? Yo digo que sí, porque mi conciencia revolucionaria, adquirida con tesón y sacrificio defendiendo los intereses de mi clase, me responde afirmativamente con la satisfacción del deber cumplido, aunque con los fallos y errores que forzosamente he tenido que cometer."

Honor y reconocimiento a un luchador y un hombre bueno en el sentido más excelso de la palabra.


(El siguiente vídeo es un precioso montaje en clave de homenaje de su despedida.)


(Y aquí varios enlaces a noticias relacionadas con Otones, en La Voz de Asturias [1, 2 y 3].)

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