martes, 27 de octubre de 2009

"Israel seca Palestina"

Amnistía Internacional denunció este martes en un informe que las restricciones israelíes están evitando que los palestinos reciban suficiente agua en la Franja de Gaza y la ocupada Cisjordania. Un portavoz del Gobierno hebreo desmiente las informaciones y dice que Israel cumple con las cuotas pactadas en los acuerdos de Oslo de 1993.

En un documento de 112 páginas, la asociación explica que la media de consumo diario para los palestinos es de 70 litros, la de los israelíes es de 300. En algunas zonas de Gaza y Cisjordania, el consumo se reduce a los 20 litros, el mínimo recomendado incluso para catástrofes humanitarias como la que se da en Palestina.

Amnistía, además, insiste en que Israel está impidiendo que los palestinos del West bank construyan sus propios pozos y ha destruido cisternas y depósitos de agua. Al mismo tiempo, denuncian que los judíos en los asentamientos pueden disfrutar de sus propias piscinas y de jardines con césped.

Según la organización, los israelíes están consumiendo el 80% del agua procedente de los manantiales del Monte Aquifer, principal fuente de abastecimiento para lo israelíes y palestinos. Donatella Rovera, portavoz de Amnistía dijo en un comunicado que "el agua es una necesidad básica y un derecho, pero para muchos palestinos obtener incluso niveles de baja calidad y cantidades sustanciales se ha vuelto un lujo que apenas pueden tener".

Acusaciones "absurdas"

Israel ha negado las acusaciones de Amnistía Internacional explicando que cumple a rajatabla con los acuerdos de Oslo de 1993, en los que se estipula la cantidad de agua diaria que deben recibir los palestinos. "Israel suministró a los palestinos 20,8 millones de litros cúbicos de agua, superando lo que está obligado a hacer bajo el acuerdo de agua", dijo el portavoz del primer ministro, Benjamin Netanyahu, Mark Regev.

El propio Israel, que sufre una escasez de agua sin precedentes y un aumento en las tarifas, controla buena parte de los suministros de Cisjordania y los distribuye desde un acuífero que pasa por Israel hacia el territorio palestino.

Fuente: Público

Muere a los 95 años Clarence Kailin, de la Abraham Lincoln

Clarence Kailin, sobreviviente de la Brigada Abraham Lincoln, muere a los 95 años

Clarence Kailin murió a los 95 años. Era uno de los últimos sobrevivientes de la Brigada Abraham Lincoln, un grupo de voluntarios estadounidenses que combatieron el fascismo en la Guerra Civil española a fines de la década de 1930. Kailin luchó en defensa del gobierno democráticamente electo de España y contra el golpe militar liderado por el general Francisco Franco y respaldado por Adolf Hitler y el dictador italiano Benito Mussolini.

Dijo Clarence Kailin: “Peleábamos contra el fascismo. Y estábamos lo suficientemente politizados para comprenderlo, por lo que no se trató de una aventura y tampoco fue por dinero. Era pelear contra Italia, el fascismo italiano y el nazismo alemán. Y sentíamos que si perdíamos la guerra, la Segunda Guerra Mundial era inevitable, que es lo que ocurrió. Y ocurrió porque Gran Bretaña y Francia y Estados Unidos se negaron a darnos ningún tipo de ayuda. Y por eso, muchas veces peleamos a puño limpio”.

Fuente: Democracy Now

lunes, 26 de octubre de 2009

JORNADAS SOBRE OCTUBRE 1934. Barcelona, UAB 28 y 29 octubre

REFLEXIONS SOBRE OCTUBRE 1934

28 OCTUBRE

10.00 Francisco Erice Sebares (Universitat d’Oviedo)

L’Octubre asturià, entre la interpretació històrica i mite

11.30

Ferran Gallego Margaleff (Universitat Autònoma de Barcelona)

El 1934 a Europa. La feixistització.

29 OCTUBRE

10:00

Ramon Alquézar Aliana (Universitat Autònoma de Barcelona)

Les conseqüències d’ Octubre de 1934 dins Esquerra Republicana de Catalunya

11:30

Sandra Souto Kustrin (Instituto de Historia, CSIC)

“Las revoluciones no se hacen con hachas y hoces”Estratègies de l’octubre madrileny

Sala de Actes de la Facultat de Lletres B7/1056

Organitza: Grup de Recerca d’Estudis d’Història Social i Cultural

Universitat Autònoma de Barcelona ( GREHSIC)i Grup d’Estudis “República i Democràcia” (GERD)

miércoles, 14 de octubre de 2009

"La ciudadanía universal"


El 10 de diciembre de 1948, en el palacio Chaillot de París, tuvo lugar la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DDHH). Es un documento poco leído, escasamente difundido y desde luego apenas meditado y reflexionado. Entre las recomendaciones que acompañaron a su aprobación figuraba con especial énfasis el que se leyera en todas las escuelas y centros de enseñanza del mundo entero. ¿Se hace en España?
Los contenidos de la Carta adquirieron condición de obligado cumplimiento para los países signatarios de los tres Pactos que en 1966 la desarrollaban y ampliaban. En la actualidad son prácticamente todos los estados que se han obligado a desarrollarlos e incluso incorporarlos a sus textos constitucionales. Entraron en vigor en el reino de España el 27 de julio de 1977.
Los DDHH son víctimas del fuego cruzado de dos lecturas que se hacen de los mismos: la que se limita a declamar, más que aplicar y exigir, los contenidos políticos y de libertades, y la que considera con notoria ofuscación que dicha Declaración es una iniciativa burguesa y, por ende, rechazable desde la izquierda auténtica. Unos la mutilan a la hora de comentarla y los otros no han reparado todavía en su capacidad potencial para producir procesos de cambio social.
Sé perfectamente que un documento, texto o programa son papeles mojados si se carece de una fuerza democrática y movilizada permanentemente que lo haga cumplir y lo cumpla. Y de eso se trata. ¿Cuáles son las características de la Declaración y los contenidos del Preámbulo junto con los 30 artículos que la componen? Voy a reparar solamente en aquellos que en esta hora de crisis de sobreproducción del capitalismo hacen referencia a los problemas que están sufriendo de manera lacerante los trabajadores y asalariados en general.
Desde el derecho al trabajo de toda persona hasta el de las vacaciones periódicas pagadas, pasando por el de una remuneración equitativa, el de igual salario por trabajo igual, “el de protección social y el de la protección contra el desempleo”, la Declaración es hoy, en este momento, la confirmación de su oportunidad, actualidad y necesidad. Y además, ¿hay alguien que se oponga abiertamente a estos derechos?
El que esta Declaración tenga un respaldo prácticamente planetario la convierte en un texto que consagra la ciudadanía universal. Por eso cuando en el artículo 28 se dice que toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos, se está sentando el fundamento de la jurisdicción universal; algo que al desorden jurídico, nacional y mundial, le pone de los nervios. El consenso universal en torno a los DDHH –aunque sea puramente retórico– les dota de una legitimidad que genera autoridad moral.
Decía Adolfo Sánchez Vázquez que un hecho revolucionario no es necesariamente un acontecimiento que aparente y súbitamente cambie el poder político, sino más bien toda aquella acción, propuesta o alianza programática que tiene la virtud de desencadenar procesos de cuarteamiento y descomposición del sistema vigente en cada momento, y de manera simultánea ir creando la nueva sociedad con sus nuevos valores. La revolución es también y fundamentalmente el cambio personal y social hacia el hombre nuevo; es el proceso que el profesor Alsó ha denominado como sociedad paralela. ¿Creen los lectores que el sistema capitalista –y en esta precisa coyuntura además– puede asumir un orden económico y social en el que el paro esté erradicado y la ciudadanía mundial tenga asegurados los contenidos de la Declaración de DDHH? La respuesta es rotunda: el capitalismo, en sus variadas y múltiples encarnaciones, es totalmente incompatible con los DDHH, los sociales y también los políticos.
Si el objetivo universal es la consecución de los contenidos de la Declaración, se infiere algo que trastoca la filosofía al uso: la economía –y en concreto aquella que se sustenta en el mercado capitalista, la competitividad y el crecimiento sostenido– deja de ser una ciencia pretendidamente finalista en sí misma y pasa a ser una ciencia instrumental al servicio de un orden planetario socialmente justo, ecológicamente concebido y políticamente democrático en el sentido más radical del término.
Los que nos declaramos comunistas marxistas debemos tener presente que nuestra utopía es una cosmovisión, una pulsión que nos impulsa a buscar con otros y otras un mundo sin explotación, sin alienación y de plena centralidad humana. ¿No serían los DDHH esa plataforma en la que podemos encontrarnos? ¿No sería también materia de alianza la incorporación a la solemne Declaración de los Derechos Medioambientales? ¿No sería oportuno también en esa conjunción internacional hacer que la ONU se sitúe en su concepción, organización y funcionamiento a la altura de la Carta que originó? ¿No sería esta la materia de un nuevo internacionalismo?
Lo que no se puede hacer desde la izquierda es quedarse en la orilla como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca, que diría Vicente Aleixandre. Por supuesto que tampoco es admisible disfrazar la indigencia ideológica o la pérdida de identidad acogiéndose bajo el manto sagrado de la modernidad con pedigrí a lo Wall Street.
Tener fuertes convicciones no sirve si estas no se explicitan mediante el ejemplo en la cotidianeidad y el ejercicio político de inducir –desde lo particular, concreto y asequible a todos y todas– la creación de fuerza solidaria, organizada y mayoritaria capaz de dirigir la marcha hacia un mundo nuevo. También necesitamos la mayéutica a lo Sócrates.
Julio Anguita es ex coordinador general de IU. Ilustración de Javier Jaén

viernes, 9 de octubre de 2009

"Esto empieza a parecerse a tener un Grammy"


Así es como lo ha descrito —y creo que con bastante buen criterio— un amigo mío. De los Príncipe de Asturias no toca hablar, aunque podría decirse otro tanto, pero en lo que respecta a este premio creo que esta es la constatación de que habría que retirar dicho galardón en vías de desprestigio acelerado. La vergonzosa concesión a Henry Kissinger del premio por firmar la paz para el fin de la entonces guerra del Vietnam fue en sí ridícula —sobre todo si nos atenemos a la posterior trayectoria de tan nefasto personaje— pero tenía un sentido, además, fue compartido (fue también galardonado el firmante por parte vietnamita) lo cual le daba una cierta cobertura y, dicho sea, guardaba mal que bien las formas, tan importantes en política.

El problema es que ahora no se ha respetado ni eso. El galardón a Al Gore fue entonces irrisorio, casi grotesco, sobre todo porque lo único que tal individuo había hecho por el planeta era un —buen— documental. Se dejaron así a organismos que llevaban décadas trabajando por el medio ambiente de lado, hasta el punto de levantar protestas. Muy bien, todo ello podía dar igual, pero en el caso de Obama se ha premiado algo que, efectivamente, no puede computarse, algo incontable: la “esperanza”, o mejor, la marca: Hope. Bien podría haber sido premiado el director de campaña del ahora presidente.

En efecto, el premio le ha sido dado a Obama «por sus esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos», según ha dicho el Comité afincado en Oslo. La palabra que defina a esto puede ser la de un comentarista en el foro de Público: «patético»; me parece de lo más apropiada. Aunque también podría ser referido como trágico, puesto que ya ha sido definitivamente probado que todo tipo de premios y galardones pueden comprarse y supongo que por ende venderse. Según pone la página de la Cadena SER, estas son las cinco razones que sostienen el galardón:

1- Apenas asumió, decidió ordenar el cierre de la cárcel de Guantánamo
2- Redujo las sanciones que pesan sobre Cuba
3- Ordenó eliminar la tortura en los interrogatorios, que había sido aceptada por su predecesor
4- Reabrió el diálogo y busca una solución para Oriente Próximo
5- Es el principal impulsor de la reducción de los arsenales nucleares

Cabría decir, quizás, que 1) aún no la ha cerrado y se ha negado a realizar una investigación sobre lo ahí ocurrido, única vía de delimitar y pulir responsabilidades y limpiar mínimamente no sé ya si la cara pero al menos sí las apariencias; 2) Las sanciones las habrá reducido pero a los niveles en que las dejó Bill Clinton, pues no ha cancelado el bloqueo que, dicho sea, es ilegal según las leyes internacionales (por cierto, valiente segundo argumento viniendo como viene del Grupo Prisa); 3) Esta me parece una abominación de argumento, sólo faltaba que apoyara la tortura, aunque claro, no hay que olvidar que G. Bush optó al dichoso nobel en su último año, al igual que Tony Blair; 4) Una vez más, parece que ha hecho, pero el criticar ciertos aspectos de la política del Estado de Israel para con Palestina, por ejemplo, no lo convierte, ni mucho menos, primero en una apertura de diálogo ni segundo en una búsqueda de soluciones si, como así sucede, sigue financiando a este Estado terrorista sin presionarlo en lo más mínimo, pues Israel se sustenta en el apoyo económico de los EEUU, el cual no se cuestiona ni niega. Esto por no hablar de las tensiones con Irán —mucho más livianas, esto sí, que las de su predecesor—, el mantenimiento de tropas en Irak, el pucherazo en Afganistán y la ampliación de presencia militar en la zona y las tensiones con Paquistán, sin ir más lejos; 5) También es el mayor poseedor de armamento nuclear y, que yo sepa, Putin o Medvedev no optaron al premio por este motivo.

Dejo aquí dos enlaces a dos medios con distintos criterios de lo que ha sido este fallo. El País y la SER los cuento, obviamente, como uno, y luego tenemos Público, bastante crítico. La página de El País, con sus enlaces correspondientes, es especialmente vomitiva, con un hipervínculo a "Los discursos más importantes de Obama", La vida de Obama en imágenes o el preclaro "análisis" que realiza Javier Valenzuela, todo un ejemplo de cómo la dominación puede adueñarse de un periodista, bien de cómo alguien puedo ser así de arrastrado, todo dependerá de si se cree lo que está escribiendo o simplemente escribe lo que con buen criterio cree que debe; personalmente, opino que tira más la primera opción. Pero vamos, que toda una elegía al nuevo dueño del mundo.

Por cierto, la foto, tomada de Público.

viernes, 2 de octubre de 2009

"Todavía se oculta que el franquismo fue terrorista"


Además de pedir una vez más disculpas por la falta de actualización (he estado de verdad muy ocupado), pongo esta noticia aprovechando que estuve en dicho acto, el II Encuentro de Jóvenes Investigadores celebrado en Granada los días 22-25 de septiembre.

Sobre todo me interesa resaltar dos cosas, una: que Cristina Moreiras (en el centro de la foto), catedrática en la Universidad de Michigan, quien abriera dicho encuentro con una charla inaugural, no tiene excesiva idea de Historia como demostró entonces y vuelve a dejar patente en la noticia que aquí se enlaza. Y dos: que Jorge Marco (izquierda), con quien compartí una mesa sobre violencia política, además de malas formas adquiridas quizá por derivación de una soberbia y altiveza producto también quizás de ser un publicador precoz, podría haber corregido a esta supuesta experta en Transición.

Esto lo enlazaría con la manía de muchos periodistas por no corroborar su información, porque habrá que decir que el tal Israel Sanmartín (derecha), quien también aparece en la imagen de Público, es medievalista, por lo que su opinión profesional no debiera ser más válida que la de cualquier persona mínimamente enterada. En fin, sea como fuere, decir que la Transición "borró la idea de que la dictadura fue cruel, intensa y que fue el propio Franco el que gestionó el paso hacia la democracia" me parece poco menos que aberrante.

Supongo que la organización del Encuentro se haya llevado las manos a la cabeza al ver tan reveladoras declaraciones en la prensa, porque habla más bien poco del criterio de selección llevado a cabo, en este caso concreto, con más de una reserva por lo demás bien cimentada que no viene al caso aquí decir. Pero por empezar, la Transición no creo que borrase la idea de una dictadura cruel, si acaso lo que se hizo fue fomentar el veto sobre el tema, lo cual ha funcionado muy bien hasta fechas muy recientes; lo de "intensa" no se entiende demasiado bien qué quiere decir pero afirmar que fue Franco, a la sazón el dictador, quien gestionó el giro democrático me parece poco menos que insultante. Es decir, lo revelador del argumento de tan venerable catedrática es romper con la idea de que fue el Rey quien dio este paso (visión muy asentada y por lo que a mí respecta, muy vaga e imprecisa) y darle merecido reconocimiento a Francisco Franco, que podría empezar a ser llamado como el dictador demócrata dadas sus inclinaciones por el liberalismo de tipo occidental.

En fin, la noticia creo que habla por sí sola, y me parece una vergüenza y francamente, yo si fuese Jorge Marcos, escribiría a Público exigiendo que se rectificase en lo de que "Jorge Marco, de la Universidad Complutense, apoya las teorías de Moreiras-Menor", a menos claro que sí que las hubiera apoyado que, en tal caso, supongo que la propia Complutense le de un tirón de orejas a su precoz e insigne investigador por sostener necedades por el mero hecho de que fuese una catedrática quien las dijera.

La noticia, aquí.