martes, 25 de diciembre de 2007

¿Merece la pena buscar el Grial?

Para los pocos que puedan tener una cierta curiosidad mientras están a su ordenador sobre si habré actualizado esta vez o no, pido disculpas por ser tan sumamente poco riguroso con los “plazos” y me demore siempre hasta la eternidad al momento de publicar. Normalmente me falta algo de inspiración para elegir el tema de discusión. Este sábado salí por Gijón y hacía ya casi tres meses desde que me fui a Barcelona que no veía mi siempre querida ciudad de noche. Lo que dan esas horas y copas en la nocturnidad es lo que me ha digamos inspirado.

Con nosotros salió Elena, hermana de mi muy querido amigo Joaco, y tuvimos un acalorado debate en torno a los problemas del mundo y, más que eso, a las actitudes colectivas ante los mismos. Con veinte años se la veía con ganas de hacer algo aunque ya desesperanzada por lo que consideraba a priorísticamente como una labor vana.

En estos momentos en que el mundo es unipolar y de los dos modelos político-económicos existentes sólo ha permanecido uno, parece que se ha perdido el a dónde mirar y, con ello, el modelo en sí como si se hubiera extinguido para siempre y nunca hubiera existido. Ahora las alternativas, los altermundistas que llaman, no proponen alternativas, proponen negar lo existente. Antes la gente, en general, se colgaba la chapa de socialista, hoy la de anticapitalista. Poco puede aportar lo segundo descartando lo primero.

Efectivamente, yo soy de los que consideran que en la actualidad se promueve la idiocia, que cristaliza a fin de cuentas en una desideologización generalizada que no hace sino contribuir, como se pretende, al no cuestionamiento de las relaciones de producción y a la distribución digamos más o menos igualitaria de la riqueza. Decían Adolfo Aristaráin y Kathy Saavedra —guionistas de Lugares Comunes— en boca de Federico Luppi que «los dueños del mundo están tan sólidamente establecidos que hasta permiten que exista la Izquierda ¿por qué? Porque no jode a nadie». Efectivamente es así, y para cualquiera que quiera hacer memoria, sin embargo, no siempre lo fue.

El panorama es evidentemente descorazonador, porque siempre tienes la sensación cuando estás haciendo algo, que quizás de ésta alguien más haya comprendido, y puede que así sea, pero a los que se ve es a la mayoría que evidentemente aún no lo han hecho por lo que se duda, razonablemente, de que vayan a hacerlo. Cuando en Matrix están el Agente Smith y Cifra sentados en un restaurante negociando las condiciones de la traición de éste último, se produce una interesantísima conversación en la que Cifra confiesa al agente, mientras se está comiendo un suculento filete que, pese a ser consciente de ser éste ficticio, falso, le gusta. Es más, le encanta ya que se entrega a sus pasiones, dejando completamente a un lado su raciocinio e integridad morales. Creo que todos recordarán bien dicho pasaje. Resulta enormemente elocuente al momento de explicar las actitudes generales ante los problemas mundanos.

Y, sin embargo, ¿supone esto argumento suficiente como para disuadir a esa minoría que ha elegido tomar la pastilla roja? El siguiente pasaje, de las memorias de E. J. Hobsbawm, creo, explica de un modo inmejorable la mentalidad que cualquiera que pretenda cambiar, a mejor, el mundo debiera adoptar:

“A finales de los ochenta un dramaturgo de la Alemania Oriental escribió una obra titulada Los caballeros de la Tabla Redonda. ¿Qué futuro les espera? Se pregunta Lancelot. «El pueblo ya no quiere saber nada del Grial ni de la Tabla Redonda (…) Ya no cree en nuestra justicia ni en nuestro sueño (…) Para el pueblo los caballeros de la Tabla Redonda son una pila de locos, de idiotas, de criminales.» ¿Acaso el propio Lancelot ya no cree en el Grial? «No lo sé —responde—. No puedo dar respuesta a esa pregunta. No puedo decir ni que sí ni que no…» No, probablemente nunca encuentren el Grial. ¿Pero no tiene razón el rey Arturo cuando dice que lo importante no es el Grial, sino su búsqueda? «Si abandonamos la búsqueda del Grial, nos abandonamos a nosotros mismos.» ¿Sólo a nosotros mismos? ¿Acaso la humanidad puede vivir sin los ideales de libertad y justicia, o sin aquellos que le dedican su vida? ¿O acaso incluso sin el recuerdo de los que así lo hicieron en el siglo XX?”

Lo que no se puede es no hacer nada; salud.

martes, 4 de diciembre de 2007

Referéndum en Venezuela

Mucho se ha hablado en los dos últimos meses del Referéndum a la reforma de la Constitución de Venezuela y casi todas negativas desde los medios españoles.
Se han leído cosas bastante llamativas como las que recogía el pasado domingo 2 de diciembre el diario La Vanguardia que aseveraba que “Venezuela elige hoy entre democracia y dictadura”. Debo confesarme ingenuo; no sabía que tan magna decisión pasase por las urnas.
Ciertamente este tipo de cosas no sólo se leen sino que se oyen, de tal forma que en La Mirada Crítica, el programa de “debate” matinal de Tele 5, su presentador aseguraba que Hugo Chávez había perdido el Referéndum que había convocado “para ganarlo”. Nos ha jodido si lo hubiera convocado “para perderlo” pero en fin todo puede ser, más viniendo de un despótico como él que, ha diferencia de S. M. Juan Carlos I, ha sido ratificado en seis ocasiones desde llegó al poder en 1998. Extraño secuestro de conciencias el del presidente de Venezuela.
Durante estos dos últimos meses se ha hablado también del despotismo y la soberbia que demuestra diariamente Hugo Chávez. No comentaré nada más sobre el incidente de la Cumbre Iberoamericana, pues ya lo había hecho con anterioridad en este mismo espacio, pero supongo que, como siempre, libres e imparciales son los medios españoles, quienes han denunciado el autoritarismo de la reforma del texto constitucional. Pero, entonces, teniendo en cuenta la mayoría absoluta de que goza en el parlamento venezolano, ¿por qué motivo el gobierno convoca un Referéndum, una consulta popular en la que puede salir “No” y echar atrás su propuesta, en lugar de pasar la votación por la Asamblea Constituyente en la que sin duda saldría a favor? La reforma constitucional de la que tanto se ha hablado durante la última legislatura del PP en nuestro país, ¿pasaba por una consulta popular? En realidad tal reforma de nuestra Carta Magna habría sido realizada por sufragio indirecto, o sea, a través de las Cortes (cosa, por otra parte, completamente legítima) y no por sufragio directo como sí han hecho en Venezuela que, dicho sea de paso, resulta sensiblemente más democrático.
No es nuevo el decir que dichos medios crean “estados de opinión” y la opinión generalizada en España con toda seguridad sigue la línea editorial marcada por todos ellos. Medios tan antagónicos como ABC y El Mundo por un lado, y El País por otro, se han puesto de acuerdo para denunciar a este personaje, quien parece haberse puesto solo en el asiento presidencial sin consultar a nadie. Se equivocan obviamente términos. Así, dichos medios han puesto la voz de alarma para denunciar sin paliativos la intención del venezolano de “autonombrarse” presidente (literalmente) “vitalicio”.
Me resultó enormemente desconcertante enterarme de que, en realidad, la prensa española y mundial había, quizás, interpretado mal el texto, puesto que no decía nada de “vitalicio”. Según parece lo que le otorgaría tal reforma sería “simplemente” poder presentarse indefinidamente a la reelección, ya que actualmente la Constitución venezolana (por cierto, por el mismo Chávez promovida y ratificada igualmente con amplio margen en Referéndum) sólo autoriza a presentarse cuatro veces a un mismo candidato. Aquí, para todo aquel que considere un abuso la capacidad de reelección indefinida, deberíamos recordar que en España Felipe González se presentó cuatro veces y tuvo que abandonar el poder al no ser reelegido en 1996 pero que, de haberlo sido, podría haberse vuelto libremente a presentar, ya que en España la capacidad de reelección es también indefinida. ¿Por qué entonces en Venezuela a esto se le considera un abuso de autoridad, máxime cuando esta reforma sale a votación popular? Extraño abuso de poderes y evidente doble rasero el de los españoles a la hora de juzgar los asuntos de terceros.
Hoy lunes 3 de diciembre la prensa se congratulaba por el estrecho margen que había obtenido la negativa a la reforma de la Constitución. Según el diario El País en su edición digital del domingo, antes de conocerse los resultados, afirmaba que la baja participación habría beneficiado al “Sí”, lo cual no tendría, creo yo, mucho sentido, puesto que quienes más concienciados estaban de acudir a la votación eran los partidarios del “No”. Extraña lógica la aplicada por el periódico.
Al final ha triunfado el “No” y el presidente Hugo Chávez se ha apresurado a reconocer y felicitar el resultado, pese a ser el no deseado por él. La consulta no ha sido muy multitudinaria y la participación finalmente ha sido escasa, por lo que la reforma tendrá aún que esperar y la propuesta que vaya hacerse entonces tendrá que entusiasmar a los venezolanos, cosa que ahora no ha conseguido. Yo espero que lo logre.