jueves, 28 de agosto de 2008

Hasta dónde puede llegar la hipocresía

Foto aparecida en El País

Rusia ha reconocido unilateralmente la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. Varios líderes —que sepamos occidentales— se han opuesto a tal decisión y han aseverado que tal decisión va contra las leyes internacionales.

Hace unos meses, cuando precisamente el mundo occidental reconocía la independencia de Kosovo, el ministro de exteriores ruso mostraba su desaprobación ante tal decisión, afirmando que ésta sembraba un peligroso precedente que traería graves consecuencias en países con situaciones similares; en España desde luego podríamos tener al menos un caso similar.

Pues bien, si en aquel momento resultaba algo perfectamente legítimo por la peculiar situación kosovar y porque en ello iba implícito un beneficio a los intereses occidentales, ahora nadie parece recordar el caso de la antigua provincia serbia.

Todo ha dado la vuelta para los medios occidentales y sus gobiernos, los mismos que hace bien poco reconocieron la nueva república balcánica, hoy dicen que Rusia se ha excedido y que deberá asumir las consecuencias de tal decisión.

¿Hasta dónde puede llegar la hipocresía en este mundo y, más aún, la idiocia social de nuestra patética sociedad occidental, que aplaudió a sus gobiernos —o al menos no los criticó— en el caso kosovar y ahora ven en el asunto georgiano el despotismo y mal hacer de Rusia?

Los casos son prácticamente idénticos, pero los media y la “comunidad internacional” dicen que en uno sí pero que en otro no. Lo que me parece es en realidad un insulto a la inteligencia de la gente; que no se establezcan paralelismos entre un caso y otro, máxime con el escaso espacio temporal entre uno y otro, hace que esta hipocresía sea aún más flagrante.

Un dato curioso, si Georgia no forma parte de la Comunidad Europea, ni tan siquiera en su vertiente meramente económica ni militar occidental (OTAN), ¿por qué Mijail Saakashvili comparece constantemente ante los medios con la bandera de la Unión Europea a su izquierda?

Desde luego, ya ni siquiera se esfuerzan en mantener las apariencias.

viernes, 15 de agosto de 2008

Una imagen histórica hecha anécdota

Quizás esta sea la imagen con más fuerza de la historia de los Juegos Olímpicos.

El 16 de octubre de 1968, en las olimpíadas de Méjico, los atletas Tommie Smith y John Carlos, oro y bronce respectivamente en los 200 m., protestaban de esta forma ante la discriminación racial que por entonces estaba sufriendo la comunidad negra en los EE.UU.

Si bien los negros nunca habían sido iguales en derechos civiles y habían sido abiertamente discriminados y perseguidos, es por estos años ’60 que las protestas en pro de la igualdad se van a hacer más decisivos y, por tanto, más virulentos. En la primavera de ese mismo año de 1968 moría asesinado uno de los grandes líderes del movimiento afroamericano por los derechos civiles, Martin Luther King, causando gran impacto tanto a la opinión pública como muy especialmente a la comunidad negra.

El símbolo del puño en alto con el guante negro es el símbolo distintivo de un grupo político, el Partido Pantera Negra de Autodefensa y popularmente conocido como Panteras Negras. La ideología inicial del grupo se articulaba en torno al llamado "Programa de los Diez Puntos", programa, por cierto, nada revolucionario pero muy radical incluso para la época actual. En él se piden cosas como “el poder de determinar el destino de nuestra comunidad negra”, “pleno empleo para nuestra gente”, “viviendas decentes, adaptadas al ser humano”, “una sanidad gratuita para todos los hombres negros y la gente oprimida”, “que todos los hombres negros seamos exentos del servicio militar” o “el fin inmediato de la BRUTALIDAD POLICIAL y DEL ASESINATO de la gente negra”.

Lo que le ocurrirá a este grupo, cuyo programa podría resumirse en la exigencia de la dignidad para la comunidad afroamericana, con la creciente importancia que irá adquiriendo, será la persecución brutal tanto de grupos ultraconservadores y racistas como del propio FBI y demás órganos policiales hasta lograr su práctica aniquilación. En la actualidad apenas quedan miembros vivos del grupo original.

Con este precedente, podía leerse unos meses antes, en La Jornada de Méjico, fragmentos de una reciente entrevista a los dos medallistas en la que Smith afirmaba que, los juegos de Pekín “son probablemente los más políticos de la historia. Debemos saber por qué el COI ha otorgado los juegos a un país con un sistema de partido único”. Obviando que los juegos estén por encima de este tipo de raseros y parezca que, siguiendo la lógica aquí manifestada, debiera el COI conceder los JJ.OO. exclusivamente a países con democracias liberales, sorprenden estas declaraciones de un hombre como Tommie Smith que ha vivido toda su vida en los Estados Unidos y ha sufrido ahí toda la represión y discriminación tanto social como gubernamental.

No voy a defender a China, que no es santo de mi devoción ni mucho menos, pero el caso del Tíbet en nada se puede prestar a un paralelismo con la situación de la represión sobre la comunidad negra en dicha época en los EE.UU. Y lo que ahí se defiende es una teocracia y sistema de tipo feudal, que a nadie se le escape esto.

Los Estados Unidos —según mi criterio y opinión personales— pese a ser un país con un sistema de representación pluripartidista, no es en nada representativo y la estratificación y formas de represión y control sociales son tan fuertes como en ocasiones sutiles. No hay más que ver las características de ambos espectros políticos para corroborar que se caracterizan más por sus semejanzas que por sus diferencias. La discriminación racial no es tanto legal como efectiva y sorprendentemente explícita, como el caso de Nueva Orleáns atestigua.

El sentimiento nacional en los EE.UU. es sin dudas sorprendente. Y sorprende porque, en un país como este, incluso las capas sociales más desfavorecidas y conscientes de la discriminación real y efectiva a que están sometidas, sientan tan suya la nación, el país, y la separen del Estado y sus gobernantes de un modo tan natural y lógico.

Tras el histórico gesto, Tommie Smith y John Carlos fueron expulsados de la Villa Olímpica y al llegar a su país sufrieron todo tipo de discriminación posible. Smith no pudo encontrar trabajo y su mujer acabó separándose, su madre murió consecuencia de una crisis cardiaca al recibir un paquete con estiércol y ratas muertas y la mujer de John Carlos —quien les había facilitado los guantes en la olimpíada— se suicidó al no aguantar el rechazo y la discriminación.

Con todo, los Estados Unidos consiguieron celebrar sus juegos de Atlanta sin mayor contratiempo que el haber sido posteriormente considerados como los peor organizados de toda la historia de las olimpíadas. Sucede que pese a todas las cosas lamentables que ocurren y ocurrían también entonces en este país no hubo protestas reseñables ni imágenes para la historia tan reivindicativas como esta que aquí se ve. Lo realmente sorprendente es que, mediante la difamación y la hipocresía de enarbolar la bandera de la causa por la tan maltratada palabra “justicia”, desafiando con toda su soberbia a todo aquello que de forma mediática está considerado como injusto, ha conseguido que sus problemas internos pasen a un segundo plano mediático y moral, y se antepongan los de otras regiones y zonas del planeta que, curiosamente, suelen ser coincidentes con los rivales y los así llamados “enemigos” de la democracia y la libertad en el mundo, que son por supuesto los contrarios a la democracia norteamericana que tan insistentemente —y con tan desagraciado éxito— se nos pide criticar y condenar. Curioso.

Estaría bien que las olimpiadas fuesen simple y llanamente lo que nos venden ser: el esfuerzo y capacidad de superación, personal y colectiva. El problema en esto es algo que casi podría denominarse endémico y que se cruza de por medio: el daño que hacen las banderas, pero añadiría un “…y en este momento…” para decir que sobre todo la norteamericana.

lunes, 11 de agosto de 2008

Confusa información sobre la situación en Osetia

Efectivamente, la confusión creo que ha sido la nota predominante de este inicio de conflicto en la región georgiana de Osetia del Sur.

Una cosa está clara, y es que desde que han empezado las agresiones —iniciadas por cierto por Georgia sobre su propia región—, por alguna extraña razón, Rusia denuncia el drama humanitario pero, sea cierto o no, las imágenes mostradas sólo representan a los civiles muertos por ataques de la aviación rusa.

El drama del conflicto viene de antaño, pero se ha recrudecido hasta llegar a la situación actual en el tránsito de estos más o menos dos últimos años. El conflicto se explica en valores geoestratégicos principalmente.

Resulta —pese a la acostumbrada deficiente información de los medios— que en 1989, al disgregarse la URSS, Osetia del Sur se declaró, como tantas otras regiones soviéticas, independiente aunque perteneciente a Osetia del Norte y dentro a su vez de la Federación Rusa. Tal decisión fue declarada inconstitucional por la recién nacida república independiente de Georgia y consecuentemente ocupada por ésta con el apoyo de su nuevo aliado en la zona, los EE.UU.

Desde entonces, muchas cosas han cambiado en el panorama mundial de la zona, especialmente en los últimos años. Tras declararse la “revolución rosa” en 2003, que supuso la deposición por golpe de Estado del anterior mandatario en detrimento del actual pro estadounidense Mijaíl Saakashvili, los intentos de Washington por hacer entrar en la OTAN a la antigua provincia soviética han sido incesantes.

Sucede que, por estatutos internos de funcionamiento, en la OTAN no puede acceder nadie que tenga previos problemas territoriales internos —pese a pertenecer a dicha organización Turquía o por ejemplo España, aunque ésta con problemas nada comparables a los de la primera— y, al igual que ocurriera en 1992, en 2006 tuvo lugar un referendo similar al kosovar de hace apenas unos meses por el cual, con igual decisión en ambas datas, la población decidió mayoritariamente —nada menos que un 99% con un 91% de participación en la de hace dos años— en favor de la independencia. Sucede también que, a diferencia del caso kosovar, tal referéndum no fue reconocido ni por las autoridades de Georgia ni por la comunidad internacional.

Estados Unidos es siempre aliado de cualquier país antaño perteneciente o miembro de la extinta Unión Soviética y, en este caso, “se juntan el hambre con las ganas de comer”, pues es por Georgia por donde atraviesa el único oleoducto proveniente del Cáucaso que no pasa por Rusia. Geoestratégicamente, Georgia juega, por tanto, un papel de primera magnitud y es de hecho hasta tal punto aliado de los EE.UU., que tiene 2.000 soldados desplegados como fuerzas de ocupación en territorio iraquí; soldados que dicho sea, ya han sido repatriados a fin de ser empleados en el presente conflicto.

Aunque las primeras noticias que se hayan visto y oído sobre el conflicto fuese el inicio de las hostilidades por parte rusaver también este—, lo cierto es que, como informa por el contrario Rebelión —basándose igualmente en informaciones dadas por entre otros El País— los iniciadores del fuego habría sido el ejército georgiano:

«Aviones de guerra georgianos han atacado las posiciones de la provincia de Osetia del Sur horas después de que abrieran fuego con tanques. Varios aviones georgianos modelo Su-25, tomaron parte en el ataque en la capital de la región separatista de Tsjinvali. El Comité de Información y Prensa (CIP) del Gobierno secesionista afirma que los ataques han causado al menos quince muertos.

»Esto ocasionó una fuerte respuesta de Rusia, que penetró el territorio. 'El Kremlin envió tanques y aviación a la capital independentista, Tsjinvali, para evitar su captura por las tropas georgianas que, al mediodía de ayer, estaban a punto de controlar la ciudad después de un asalto masivo en el que según diversas fuentes, se registraron numerosas víctimas civiles', relata El País de España».

Hay quien se preguntará, y no sin razón, por qué, si ya hubo represión por parte de Georgia —en 1991 para ser exactos— contra los intentos independentistas osetios, Rusia no hizo nada entonces y sí lo hace ahora.

La respuesta, desde mi cierta ignorancia, me parece simple: Rusia entonces no estaba a disposición de enfrentar nada siendo un país en pleno proceso de disgregación, menos aún tomar acciones por una pequeña región cuya independencia era reprimida por un país declaradamente aliado de los Estados Unidos. Pero muchas cosas han cambiado desde entonces en Rusia y, entre otras, que ha vuelto a la escena internacional tras una breve ausencia y vuelve a ser una potencia de primer orden; tanto como para que los EE.UU. hayan declarado ya que no tomarán acciones militares pero que “tal agresión no quedará sin respuesta”, como ya se han apurado a declarar Dick Cheney y otros miembros del gabinete presidencial y de guerra de la Casablanca. Suena más bien a la pataleta de la gran potencia que ha dejado —o está en proceso de hacerlo— de serlo para presenciar impotente cómo Rusia reclama su lugar y soberanía en su zona de influencia otrora parte de sus fronteras nacionales.

Como alguien me dijo hace unos días, el razonamiento es simple, “Rusia siempre estará ahí”.

Ahora se apela a la crisis humanitaria, el problema es que antes de hacerlo Georgia, ya lo había hecho Rusia, por lo que el argumento ha perdido fuerza y, al calor de los hechos, suena a vieja excusa que de pie a una intervención extranjera que de un respiro a la torpeza del presidente georgiano. Midió mal sus fuerzas y las capacidades o compromisos de sus aliados, pero sobre todo subestimó a Rusia o, al menos —y en esto radica su torpeza— no la logró ver capaz de responder sin ambages a un aliado de la “Gran Potencia”.

Las debilidades y limitaciones de Estados Unidos ya son palpables, al tiempo que se debilita, aparecen o resurgen nuevos Estados que reclaman su posición en el mundo —China, Rusia, India, una Europa más fuerte económicamente—, también regiones enteras —caso de América Latina— y el poder estadounidense se ve mermado para desviar los focos de atención en un mundo que escapa cada vez más a su control, como demuestra la situación latinoamericana, muy diferente de la que vivieron Salvador Allende o los sandinistas, y el caso ruso en el Cáucaso. El gigante asiático de momento parece tranquilo. Veremos.

Hay, no obstante, una lección que se desprende y habría que apuntar de todo esto; como había anunciado ya con anterioridad Vladimir Putin, lo de Kosovo es un ejercicio de irresponsabilidad y “tendrá consecuencias”. A la vista está, aunque nada hubiera ocurrido si nunca se hubiera producido un reequilibrio geoestratégico mundial que viene a mermar o al menos a cuestionar la fuerza de nuestro mundo occidental.

Por lo demás, la lección es muy antigua, “el que siembra vientos, recoge tempestades”. Este caso es una manifestación más del despotismo de Occidente.


viernes, 8 de agosto de 2008

¡¡QUE COMIENCEN LOS JUEGOS!!


Han dado comienzo los Juegos Olímpicos de Pekín. En una extraordinaria y diría que preciosa gala inaugural en la que las coreografías y la belleza plástica han conjugado a la perfección un espectáculo que ha mezclado lo clásico y tradicional con lo moderno y tecnológico, los chinos creo que han dado muestras de lo que están dispuestos a realizar y tomar el medallero olímpico, en propiedad indiscutida de los Estados Unidos desde los juegos de Barcelona ’92, en los que el primer puesto lo ocupó la ya por entonces extinta Unión Soviética bajo la forma de la Comunidad de Estados Independientes —CEI— y en los que España obtuvo el mejor resultado de su historia con 22 medallas y acabando sexto en el medallero, por detrás justamente de Cuba, con 31 medallas.

Lo cierto es que estoy de reivindicaciones pro Tíbet más que harto y resulta que parece que, de toda la vida, éste en vez de una región china hubiera sido un país independiente. Lo que me molesta supongo que no es que se reivindique el derecho a la autodeterminación del Tíbet, aunque lo que se pide —o mejor se exige— a China, no es esto, sino es la independencia de facto de la región, de por sí una de las cuatro con autonomía propia.

Resulta curioso que no hubiera estos brotes de protesta cuando fueron celebradas las olimpíadas de Atlanta, con el país más imperialista del planeta y entonces única superpotencia mundial como anfitrión, que cuenta entre sus “posesiones” con la isla de Guam o Costa Rica, ambos quitados a España a fines del XIX y nunca desocupados, siendo hoy propiedad del país norteamericano en forma de “Estado asociado”, fórmula que les da la facultad de participar en la elección presidencial pero en la cual vota menos de un 20% de la población de estos lugares.

En fin, como lo que molestan son las hipocresías, esperemos que estas se dejen a un lado mientras se celebran los Juegos para que sean sólo lo que son, sin mediatizaciones políticas de por medio de dudosa procedencia.

Así pues: ¡¡Que comiencen los Juegos!!


P.D: Una buena información sobre lo que rodea a este acontecimiento que es la olimpíada y China puede leerse aquí, en el editorial de Ignacio Ramonet de Le Monde Diplomatique. Realmente muy interesante.

lunes, 4 de agosto de 2008

Otra "pobre" empresa española atacada

La verdad es que me he alegrado mucho al leer esta noticia que, pese a ser de hace algunos días, resulta toda una satisfacción el escuchar acerca de la nacionalización de algo tan esencial como es la banca. Dejo íntegramente la noticia aparecida en La Jornada de Méjico.


Caracas, 31 de julio. El presidente Hugo Chávez anunció este jueves que nacionalizará el Banco de Venezuela, uno de los mayores del país, que está en manos del español Grupo Santander, y solicitó una reunión con sus dueños para fijar un precio justo.

“Vamos a nacionalizar el Banco de Venezuela. Hago un llamado a los señores dueños para que vengan por aquí y empecemos a negociar”, dijo Chávez en un discurso transmitido en cadena nacional de radio y televisión.

El presidente venezolano explicó que hace un tiempo propuso al Grupo Santander, presidido por Emilio Botín, comprarle el Banco de Venezuela, del que posee 96 por ciento del capital, pero en ese entonces el grupo español retiró la oferta de venta.

“Hay algo oscuro ahí”, reflexionó Chávez, tras señalar que tiene una copia del “documento de preacuerdo entre el Grupo Santander y un banquero venezolano”, al que no identificó. “Vamos a recuperar el Banco de Venezuela para ponerlo al servicio de los venezolanos, nos hace mucha falta un banco de esa magnitud”, argumentó el mandatario y apuntó que la entidad financiera “da muchas ganancias, pero se las llevan fuera”.

Medios locales señalan que el empresario Víctor Vargas, propietario del Banco Occidental de Descuento (BOD) y suegro de Luis Alfonso de Borbón, de la familia del rey de España, negociaba desde hace varias semanas con el Grupo Santander para la adquisición de sus acciones en el Banco de Venezuela.

En junio, el presidente del Banco de Venezuela (Grupo Santander), Michel Goguikian, desmintió la venta de la entidad, cuya acción en la bolsa de Caracas se disparó ante esta posibilidad.

El mandatario venezolano aseguró el jueves que a partir de ahora comenzará “una campaña mediática” en su contra en España. “No faltarán los titulares de la prensa en España, que si Chávez afecta a España para dañar las relaciones que se acaban de enderezar con mi visita”, aseguró, al referirse a su reunión de la semana pasada con el rey Juan Carlos y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en la que puso fin a la crisis surgida en noviembre del año pasado, cuando el monarca lo mandó callar en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile.

Profunda revisión de relaciones

En aquel momento Chávez declaró que las relaciones políticas, diplomáticas y económicas con España serían sometidas a una “profunda revisión”, y mencionó la posibilidad de nacionalizar el Banco de Venezuela.

El anuncio de la nacionalización se da a conocer después de que Chávez recalcó, hace unos días en Madrid, que era importante contar con una empresa española como Repsol en la faja petrolífera del Orinoco y se comprometió a suministrar crudo a España a un precio de 100 dólares por barril.

Sin embargo, el Grupo Santander ya reconoció en su balance de 2007 que “los acontecimientos políticos en Venezuela presentan un riesgo incrementado de que el gobierno venezolano pueda nacionalizar o alternativamente intervenir en las operaciones de la filial venezolana”.

Entre las empresas españolas que operan en Venezuela se encuentran los bancos BBVA y Santander, además de la petrolera Repsol-YPF. Las firmas tienen unos 2 mil 400 millones de dólares invertidos en el país sudamericano.

El Grupo Santander es el primer conglomerado bancario de América Latina, de donde procedieron 32 por ciento de sus beneficios en 2007. En total, cuenta con 4 mil 500 oficinas y más de 65 mil empleados en esta región.

Tras la crisis financiera de 1994, el Banco de Venezuela pasó a manos del Estado y en 1996 el Grupo Santander adquirió la entidad en una subasta pública por un monto de 351.5 millones de dólares.

El grupo español posee alrededor de 96 por ciento del Banco de Venezuela, que es el tercero del país por activos y captaciones del público, y cuarto en cartera créditos, según cifras a mayo de la firma privada de análisis Softline.

Hoy se calcula que el patrimonio del Banco de Venezuela es de mil 916.6 millones de bolívares (891.4 millones de dólares) y su beneficio neto en 2007 fue de 699.4 millones de bolívares (325.3 millones de dólares). Según medios locales, el Banco de Venezuela maneja inversiones por un valor cercano a los 680 millones de dólares. La institución tiene presencia en todo el país a través de una red de más de 300 oficinas. Portavoces de Santander en España y en Venezuela declinaron hacer comentarios inmediatos sobre la estatización.

Desde 2007 Chávez ha ordenado la nacionalización de la empresa de telecomunicaciones CANTV, de varias compañías de electricidad, de Siderúrgica del Orinoco, la principal del país, y de las cementeras Cemex (México), Lafarge (Francia) y Holcim (Suiza). Además, modificó las empresas mixtas con trasnacionales petroleras en la Faja del Orinoco, para que el gobierno retomara el control accionario de la zona petrolera. Las estatizaciones se han concretado tras alcanzar un acuerdo económico entre las empresas y el Estado venezolano.