Lo cierto es que estoy de reivindicaciones pro Tíbet más que harto y resulta que parece que, de toda la vida, éste en vez de una región china hubiera sido un país independiente. Lo que me molesta supongo que no es que se reivindique el derecho a la autodeterminación del Tíbet, aunque lo que se pide —o mejor se exige— a China, no es esto, sino es la independencia de facto de la región, de por sí una de las cuatro con autonomía propia.
Resulta curioso que no hubiera estos brotes de protesta cuando fueron celebradas las olimpíadas de Atlanta, con el país más imperialista del planeta y entonces única superpotencia mundial como anfitrión, que cuenta entre sus “posesiones” con la isla de Guam o Costa Rica, ambos quitados a España a fines del XIX y nunca desocupados, siendo hoy propiedad del país norteamericano en forma de “Estado asociado”, fórmula que les da la facultad de participar en la elección presidencial pero en la cual vota menos de un 20% de la población de estos lugares.
En fin, como lo que molestan son las hipocresías, esperemos que estas se dejen a un lado mientras se celebran los Juegos para que sean sólo lo que son, sin mediatizaciones políticas de por medio de dudosa procedencia.
Así pues: ¡¡Que comiencen los Juegos!!
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