miércoles, 2 de julio de 2008

¡Pudimos!


Para que luego digan que el fútbol no levanta pasiones; el domingo 29, día de la victoria, el paseo de la Rambla de Barcelona rebosaba de gente celebrando la victoria de la selección española de fútbol.

La primera victoria en democracia de un título —a excepción de la medalla de oro en los JJOO de Barcelona— y la primera de la historia sin sombra de tongo en el horizonte —se había ganado una Eurocopa con anterioridad, celebrada en España en el año ’64, a la URSS de la que mejor es no acordarse demasiado como así ha sido durante años—.

¿Exaltación del sentimiento nacional, “salida del armario” de los catalanes como comentaban por TB3…? Un poco quizás un término medio sería lo ideal a mi parecer. Resulta que Barcelona está llena de inmigrantes y creo que ninguno de ellos dejó en su casa la camiseta de la selección española, además toda la gente que está de paso por la ciudad y que lo que buscaban mayormente era un “poco” de fiesta, a lo que puede sumarse toda la población de otras zonas de España que residen aquí y los propios autóctonos que, digámoslo abiertamente, pocos son los integristas que iban con Alemania en la final.

Digamos simplemente que el fútbol cumplió su cometido, hacer unión más o menos duradera o ficticia en torno a la bandera. Esto, claro, para la mayoría pero para otros muchos o no se va tan allá, o se va más allá, según se quiera ver.

El día de la semifinal, tras ganar a Rusia, volviendo a casa vi a un chaval con la bandera a modo de capa de la República. Otra gente, por supuesto, llevaba la bandera pre–constitucional —como dicen los periodistas— o del pollo que dice la gente de a pie. Otros simplemente optaron por llevar la bandera hasta la fecha oficial, hasta que caduque y tengan que portar la que se establezca; alguno pensará que por lo menos los otros dos casos tienen dosis de coherencia aunque en el segundo con graves dosis bien de idiocia bien de intolerancia. El caso es que cada uno fue con la bandera de su España.

El hecho final es que se ganó muy brillantemente y sin discusión alguna, siendo el mejor equipo del campeonato y el tener el himno más feo del mundo no ha de enturbiar esto. Hay que tener en cuenta que para muchos el nuestro es el himno más universal, pues cualquiera, indistintamente de su procedencia, es capaz de cantarlo —o tararearlo más bien—. Poco puede decirse después de que a lo largo de la fase final nuestro himno compitiese con el italiano, el alemán o el ruso…

El daño que hacen los sentimientos nacionales sin más trasfondo que el no pensar demasiado y guiarse por sentimientos, pasiones no descriptibles que se escapan a la razón por ser simplemente eso, pasiones, lo muestra con grande clarividencia la foto de la parte superior, en la que podemos ver a la selección alemana e inglesa hacer el saludo romano o también llamado fascista. Unos guiados por una ideología basada en el antirracionalismo, guiada por ese sentimiento nacional hecho a medida de las mentes no muy predispuestas al razonamiento —consciente o inconscientemente—, y otros por lo que sólo ellos mismos sabrán. Quizás fuesen a celebrarlo como sólo los ingleses saben, antes de jugar en lugar de después de haberlo hecho. Quién sabe.

En fin, sea como fuere, triunfó el espectáculo y sería agradable pensar que la exaltación nacional se quedase siempre en lo meramente deportivo, pero creo que va a ser pedir demasiado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pasa Mon, no se si te lo habia comentao, pero en EEUU se saludaba asi a la bandera hasta la epoca del nazismo, nos lo conto este año un profesor que taba a punto de jubilarse y se acordaba de cuando en el colegio les explicaron que a partir de ese momento se iba a saludar a la bandera con la mano derecha sobre el pecho, curioso no?

John Cornford dijo...

Sí, estaba más o menos al tanto de esto; tengo dos fotos que son bastante indicativas, pero la verdad que desconozco el porqué de esa costumbre y de porqué se saludaba así a la bandera allá entonces.
También era típico hacer ese saludo antes de la época del nazismo en las ceremonias de inauguración de los JJOO, pero tampoco sé exactamente cuándo se dejó de hacer o empezó a dejarse de hacer.
De todas formas sí que resulta curioso.

Un abrazo.