Está teniendo lugar en Madrid un congreso extraordinario del PP, según se dice, para tratar de poner fin a una crisis en lo más hondo del partido.
Quisiera ser muy breve porque creo que no hay mucho que apuntar y es que se trata de un congreso en el cual no se están registrando —y tras el discurso de Aznar, cargado de contenido soterrado claramente, pero sin críticas mordaces muy evidentes— una palabra de objeción u oposición. Es decir, se ha montado un congreso que va a costar un millón de euros que como diría el otro donde se tiene pues se gasta, y resulta que es para legitimar a un candidato que por mucha vorágine montada tras el chasco electoral, la verdad es que no ha tenido oposición alguna y no se ha presentado un solo candidato a ocupar la presidencia del partido.
Se monta todo este paripé mediático para dar palabras bonitas y de apoyo a un candidato que parecía que era más que cuestionado —y no era para menos— pero que ni siquiera va a tener que pasar por el trámite de ser elegido democráticamente, ya que nunca ha tenido que competir contra nadie a la presidencia de un partido a la que fue designado a dedo por el que fuera entonces presidente del gobierno Jose Mª Aznar.
Luego salen por supuesto delegados diciendo que lo que ha de primar es la democracia interna, cosa que parece ser nunca ha estado muy presente dentro de este partido y todos, absolutamente todos —incluyendo a la extrema derecha que finalmente no ha propuesto candidato alguno— se han conjurado para ganar las próximas elecciones generales al grito del “somos de centro”.
La única duda que me puede quedar es si se han efectivamente conjurado todos para ganar las próximas elecciones aceptando el giro hacia el moderantismo, al menos en lo formal, o resulta que simplemente esta extrema derecha representada en estos momentos, además de por supuesto por Aznar, por Esperanza Aguirre ha forzado montar todo esto para tratar de ya no desestabilizar a Rajoy sino para dar un aviso en el partido, una llamada de atención que vendría a decir “seguimos aquí, tenlo en cuenta” y en medio de toda esta estrategia haya sido María San Gil la pieza sacrificada.
Sea como fuere, esto ha demostrado a la cúpula dirigente hasta dónde llegan sus fuerzas y desde luego, aunque éstas aún se quedan cortas, lo que ha probado a la aparente mayoría moderada, es que no pueden no contar con el sector extremista que se ha demostrado, pese a minoritario, enormemente numeroso e influyente.
Como reza la célebre frase —cuyo autor confieso desconocer—, hay veces que hay que cambiarlo todo para que todo siga igual.
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