domingo, 3 de junio de 2012

Un camino hasta ahora no explotado: la vía de la protesta tradicional


Están viéndose estos días protestas más que interesantes cuya evolución puede adivinar las formas que se adquirirán en adelante, todo dependerá de la respuesta que dé el gobierno.

Los mineros asturianos, cuyos ecos de luchas pasadas resuenan aún con mucha más fuerza de la que alguno -ajeno a esta realidad- se imagina, han comenzado a moverse. Pero no sólo allí. El anuncio de la cancelación de las ayudas al sector por parte del gobierno, viene a representar el último y más decidido intento por lograr el cierre definitivo de estas explotaciones. Los recortes ya han sido hechos públicos: 64 por ciento más respecto a lo pactado, entre lo que se incluye: el 63,2% de ayuda a las explotaciones (de 301 a 111 millones), del 39,2% para infraestructuras (de 167 a 102), del 76,6% para proyectos empresariales (de 167 a 39), del 99,6% para formación y becas (de 56 a 2) y del 100% en seguridad. Estos recortes afectan a la totalidad de la minería nacional.

Las protestas no se hicieron esperar y se anunciaron los previsibles parones a los que acompañaron sus respectivas movilizaciones, de las que la foto que preside estas líneas es tan solo un testimonio más. Éstas necesariamente se mantendrán hasta la rectificación gubernamental.

Es necesario hacer notar que la característica que había guiado las protestas contra las impopulares medidas contra la crisis del capital, que en absoluto había sido puesta en entredicho, era la de la no-violencia. A la vista está que nada se ha conseguido con ello; los recortes no han hecho sino aumentar al ritmo que cae la economía como consecuencia de una pésima pero muy eficiente gestión hecha en base al paradigma que provocó la caída. Las protestas de los mineros, si bien no violentas dado que han buscado el diálogo, han marchado manifestándose y se han limitado a los cortes de carreteras y encierros en los pozos, se han encontrado con la única respuesta aparente de que es capaz la autoridad en estos tiempos: la represiva.

Sucede que los mineros no entienden de sentadas esperando comerse palos para obtener tanto una victoria moral como la legitimidad general. A los mineros, muy especialmente en lo que concierne a Asturias, les sobra de ambas precisamente por haberlo ganado en combate.

Las protestas, obviamente, seguirán puesto que, sencillamente, no existe una alternativa posible porque no se la han dejado. Y también parece seguro que tras lo ocurrido en Madrid serán radicalizadas. Nos encontramos con un panorama que difícilmente podría ser más interesante. Un gobierno que durante años se ha negado a escuchar el clamor popular (primero el PSOE, ahora el PP) responde ahora con la misma moneda con la que ha pagado a los llamados indignados, pero en esta ocasión no parece haberse dado cuenta de que el interlocutor ha cambiado y de esta imprudencia gubernativa pueden surgir alternativas.

Un gobierno que se niega a escuchar y unos mineros a los que no se les ha dejado otra salida que la lucha. No son cualquier adversario. De esto no parece haberse dado cuenta la presidencia y de dicha disyuntiva no es descabellado que surja otra variante hasta ahora descartada.

En una región donde el vocablo minero representa la hegemonía, sus protestas, del tipo que sean, gozarán del respaldo popular. Si el gobierno, de no ceder a tiempo, prosigue hasta acabar siendo obligado a hacerlo, ¿qué rumbo adquirirán las futuras protestas de la indignación?

El modelo de representación de corte occidental ha cambiado el consenso por el capital y esto no puede ser que esperen no tenga repercusiones, y como decía el gran Rafael Alberti, "viva el Nalón y viva la dinamita".

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