«Los sindicatos han subrayado que han logrado "corregir considerablemente" y evitar los "destrozos" que pretendía hacer el Gobierno en el sistema de pensiones. "Una imposición más del Ejecutivo nos habría llevado a una desprotección mucho más amplia. Hemos apostado por ser responsables (…)». Esto podía leerse en Público este mismo viernes.
Tengo que decir —y que se me perdone por la expresión—, que me quito el sombrero ante tantos cojones como están poniendo sobre la mesa los sindicatos mayoritarios. Particularmente lamento, por la parte que más de cerca me toca, la de CCOO. Este ha dejado de ser, en lo sucesivo, mi sindicato referencial. Da lástima ver cómo una organización obrera de la historia de Comisiones, fundada en la clandestinidad en los represivos años sesenta, mayor y muy especialmente por comunistas, haya acabado sirviendo a los intereses del capital. Esta organización da asco y en ningún caso puede ya ser considerada ‘obrera’.
El discurso justificatorio, encima, es molesto por grosero. Cualquiera que lo lea casi tendrá que pensar que hemos ganado algo, casi casi una victoria. Esta política de sanción de los hechos consumados a fin de evitar ‘males mayores’ está empezando a ser tan reiterativa en lapsos temporales cada vez más estrechos, que habría de ser de una vez revisada de un modo radical, es decir, cancelada. La lógica es que si no reculamos, si no cedemos, las consecuencias serán peores. Pues bien, ¿qué hay de malo, entonces, en no recular y aceptar medidas supuestamente (no lo quiero poner en duda ni mucho menos) peores? Hay batallas que aunque se sepa que van a perderse, hay que plantar y mejor si no hay sangre de por medio. Las organizaciones auténticamente obreras deben plantarse y decir, ya de una vez ¡basta! ¡Hasta aquí hemos llegado (nosotros)! Que dejen por fin de ser la herramienta de justificación de toda una serie de políticas que atentan contra la democracia misma, contra el pueblo, y que son presentadas como «pactos». Hasta el Gobierno es capaz de salir, después de paradójicamente proponer medidas más duras, sacando pecho y diciendo que lo que están es salvando las pensiones y que «el acuerdo, creará empleo» (Rubalcaba dixit).
Con declaraciones como estas, no es de extrañar que CC.OO. y UGT estén tan convencidos de que el «acuerdo es bueno», que no se sientan «incómodos» con la reacción que, por ejemplo, ha tenido IU. «De hecho, Cubillo ha indicado que cuando se conozca la dimensión del acuerdo, "se acabará comprendiendo" que éste va a ser uno de los grandes acuerdos de la Democracia». Estoy muy de acuerdo, es un pacto de los mayores y más trascendentales de este país, pero a pesar de la democracia.
Parafraseando a un personaje profundamente despreciable, pocas veces tan pocos han hecho tanto por dar por el culo a tantos.
2 comentarios:
Triste... Pero q razón tienes! Me da tanta pena y rabia a la vez... Ya no puedo defender a ccoo, somos una generacion que no sólo no podemos trabajar Sino que tampoco nos podremos jubilar!
Una puta vergüenza. Entiendo lo de que no se vean con fuerzas, por la falta de presión de la calle por la apatía ciudadana ante tanto abuso, a oponerse abiertamente al Gobierno y opten por la negociación. Ahora no atreverse es también hacer algo, por lo que tendrán que responder por esto. En mi opinión han hecho el 'amarrategui' para no arriesgarse. Que paguen por ello.
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