lunes, 2 de abril de 2012

De los problemas de la democracia capitalista y su superación


De la transición de la democracia capitalista a la comunista. Habla Lenin:

Antes, la cuestión planteábase así: para conseguir su liberación, el proletariado debe derrocar a la burguesía, conquistar el poder político e instaurar su dictadura revolucionaria.

Ahora, la cuestión se plantea de un modo algo distinto: la transición de la sociedad capitalista, que se desenvuelve hacia el comunismo, a la sociedad comunista, es imposible sin un "período político de transición", y el Estado de este período no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.

Ahora bien, ¿cuál es la actitud de esta dictadura hacia la democracia?

Veíamos que el Manifiesto comunista coloca sencillamente, a la par el uno del otro, dos conceptos: el de la "transformación del proletariado en clase dominante" y el de "la conquista de la democracia". Sobre la base de todo lo arriba expuesto, se puede determinar con más precisión cómo se transforma la democracia en la transición del capitalismo al comunismo.

En la sociedad capitalista, bajo las condiciones del desarrollo más favorable de esta sociedad, tenemos en la República democrática un democratismo más o menos completo. Pero este democratismo se halla siempre comprimido dentro de los estrechos marcos de la explotación capitalista y es siempre, en esencia, por esta razón, un democratismo para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos. La libertad de la sociedad capitalista sigue siendo, y es siempre, poco más o menos, lo que era la libertad en las antiguas repúblicas de Grecia: libertad para los esclavistas. En virtud de las condiciones de la explotación capitalista, los esclavos asalariados modernos viven tan agobiados por la penuria y la miseria, que "no están para democracias", "no están para política", y en el curso corriente y pacífico de los acontecimientos, la mayoría de la población queda al margen de toda participación en la vida político-social.

(...)

Democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: he ahí el democratismo de la sociedad capitalista. Si nos fijamos más de cerca en el mecanismo de la democracia capitalista, veremos siempre y en todas partes, hasta en los "pequeños", en los aparentemente pequeños, detalles del derecho de sufragio (requisito de residencia, exclusión de la mujer, etc.), en la técnica de las instituciones representativas, en los obstáculos reales que se oponen al derecho de reunión (¡los edificios públicos no son para los "de abajo"!), en la organización puramente capitalista de la prensa diaria, etc., etc., en todas partes veremos restricción tras restricción puesta al democratismo. Estas restricciones, excepciones, exclusiones y trabas para los pobres parecen insignificantes sobre todo para el que jamás ha sufrido la penuria ni se ha puesto en contacto con las clases oprimidas en su vida de masas (que es lo que les ocurre a las nueve décimas partes, si no al noventa y nueve por ciento de los publicistas y políticos burgueses), pero en conjunto estas restricciones excluyen, eliminan a los pobres de la política, de su participación activa en la democracia.

Marx puso de relieve magníficamente esta esencia de la democracia capitalista, al decir, en su análisis de la experiencia de la Comuna, que a los oprimidos se les autoriza para decidir una vez cada varios años ¡qué miembros de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos en el parlamento!

Pero, partiendo de esta democracia capitalista -inevitablemente estrecha, que repudia por debajo de cuerda a los pobres y que es, por tanto, una democracia profundamente hipócrita y mentirosa- el desarrollo progresivo, no discurre de un modo sencillo, directo y tranquilo "hacia una democracia cada vez mayor", como quieren hacernos creer los profesores liberales y los oportunistas pequeñoburgueses. No, el desarrollo progresivo, es decir, el desarrollo hacia el comunismo pasa a través de la dictadura del proletariado, y no puede ser de otro modo, porque el proletariado es el único que puede, y sólo por este camino, romper la resistencia de los explotadores capitalistas.

Pero la dictadura del proletariado, es decir, la organización de la vanguardia de los oprimidos en clase dominante para aplastar a los opresores, no puede conducir tan sólo a la simple ampliación del democratismo, que por vez primera se convierte en un democratismo para los pobres, en un democratismo para el pueblo, y no en un democratismo para los ricos, la dictadura del proletariado implica una serie de restricciones puestas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los capitalistas. Debemos reprimir a éstos, para liberar a la humanidad de la esclavitud asalariada, hay que vencer por la fuerza su resistencia, y es evidente que allí donde hay represión, donde hay violencia no hay libertad ni hay democracia.

V. I. Lenin, 
"La transición del capitalismo al comunismo"
(El Estado y la Revolución)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"la idea de la dictadura del proletariat ... l'eliminació forçosa de les classes explotadores, ... i el règim soviètic va donar lloc a un genocidi massiu de la població 20 - 50 anys("el terror roig"), la destrucció de l'estructura social de la societat civil, el monstruós incitació a l'odi social, va matar desenes de milions de persones innocents".

John Cornford dijo...

La citació és den César Vidal o d'algú d'aquesta colla?

John Cornford dijo...

Espera, ciertamente, una "contrarrespuesta", pero no parece que ésta vaya a producirse. Aquí no es obligado firmar, pero si se pretende polemizar, sería lo más correcto.

Reviso el texto (y el capítulo al completo) y no encuentro por ningún lado referencia alguna a la "eliminación física" de la minoría social oligárquica. En este sentido, Lenin se refiere al Estado como instrumento intrínseco de represión, el cual ostenta la minoría para controlar y explotar a la mayoría asalariada. NECESARIAMENTE, en el momento -al que se refiere el autor- en que ésta es suplantada y es sustituida por dicha mayoría, tal minoría es reprimida. Pero esto no es algo que se pueda decirse 'evitable'. Emilio Botín vería "violento" que se le expropiasen sus propiedades y capitales. Para esta "violencia" no es necesario ejercer una de carácter físico en absoluto. El Estado es violento, según lo entiende Lenin en este texto, porque representa una máquina de control de unos colectivos por otros, de unas clases por otras. En el momento en que los más -hasta entonces reprimidos- ocupan el poder y "dan la vuelta a la tortilla", necesariamente reprimen a la minoría anterior que, al "desaparecer" (y esto es, dejar de existir en tanto clase, no físicamente) es cuando para el autor pasaría a desaparecer el Estado.

Lo ocurrido en Rusia, al margen de teorizaciones, obedece a contextos históricos y culturales concretos de los cuales uno no puede sustraerse. Quiere esto decir que la revolución en Cataluña durante la guerra civil allá por los años 30, no puede pretender ser pensada en términos actuales, o sea, temiendo que sea reproducida tal cual en la actualidad. El contexto era de guerra civil, y la España de hace casi 80 años (espero que no haga falta decir) era distinta de la actual. Si hablamos de la Rusia zarista de 1917 y la poszarista con la guerra civil y el aislamiento mundial inmediatamente posterior de la URSS, podemos decir otro tanto. Sociedad feudal, ecos de la represión de 1905, ejércitos blancos en suelo ruso, etc., etc., etc. Esto sin que sirva para justificar nada, sino para explicar algo. Y es que todo proceso de cambio (máxime de máximo cambio) comporta giros bruscos y reajustes duros.

En sintonía con esto, no deja de resultar curioso cómo se habla de la represión interna en la revolución rusa, dejando casi a un lado la de la francesa. Alguno dirá que perfectamente condenable igualmente, pero esto no es cierto. No lo es porque se habla de represión INTERNA y no EXTERNA, esto es, de guerra exterior. La propuesta jacobina del terror eludía la guerra en el exterior (o al menos lo pretendía), la girondina, al revés; pero no hay cosa mejor que una guerra exterior para reprimir 'legalmente' en el interior bajo total impunidad. Las guerras napoleónicas fueron la oportunidad para ejercer dicha represión, como también lo fue en la revolución rusa, sólo que los bolcheviques (no es discutible) buscaron firmar la salida de la Gran Guerra y se les impuso la guerra interior desde el extranjero, principalmente por las democracias occidentales.

Anónimo dijo...

Sí, tiene razón, Lenin no llamaba al terror directamente, no está escrito ni en este artículo, ni en ningún otro. Él sólo hizo la vista gorda a la violencia de sus partidarios , al darse cuenta finalmente que ella era una parte esencial de las revoluciones. Al final de su vida, estaba profundamente decepcionado por el resultado de la revolución y muchos de sus compañeros.
Por cierto, muchas grácias por la respuesta, pero....Usted debe ser muy listo, porque no acabo de entender el concepto...a veces

John Cornford dijo...

O muy tonto, no sé si capto la ironía o me sobra tanta moralidad parcial. No tengo aún edad para que me traten de Vd. y no entiendo el tono final, dado que me he limitado a responder, sin mucho más. No acabo de creer igualmente eso de que "al final de su vida estaba profundamente decepcionado"; no tengo a Lenin ni mucho menos por un ingenuo, por lo que no creo que haya hecho "vistas gordas" al margen de su voluntad.

La violencia es un tema muy complejo a tratar y no acabo de compartir el criterio de quienes lo asocian como parte indisoluble en el régimen soviético. Por la misma, se le puede achacar al capitalismo (por ende a los sistemas occidentales) las muertes en África por hambrunas derivadas por un lado de la inserción forzada del capitalismo en esos lugares por efecto de la descolonización, llevada a cabo por las mismas metrópolis ocupantes. O, sin irnos a ámbitos tan abstractos, a Inglaterra o Francia en según qué lugares. Pero me parece que no beneficia en nada al análisis de dichos fenómenos señalar esto que por otra parte es difícilmente discutible y que, por la otra, ha comportado (y comporta) muchas más muertes que las que produjo la revolución rusa.

Vuelvo al ejemplo de la revolución francesa, de la que se escuchan pocas acusaciones a este respecto pero que, de oírse, son asociadas siempre al Terror jacobino. Éste, que es innegable, puede ser analizado más fríamente que desde el burdo moralismo (por lo demás nunca atemporal, sino bien concreto) y ser contrapuesto con la etapa de la revolución que "ya no habla de muertos", que es la de la expansión de la revolución fuera de Francia para asegurarla interiormente, algo contra lo que estuvo gente como Robespierre meridianamente en contra. Sin duda, las guerras generan más muertes (pues son indiscriminadas), que las ejecuciones 'selectivas', por muy generalizadas que sean.

Remarco esto porque los bolcheviques son efectivamente los únicos (de ahí su impulso inicial) que solicitan en su programa la salida incondicional de la guerra contra Alemania. Pero tenemos un ejemplo preclaro en la Alemania nazi de cómo un régimen se sustenta internamente mediante una guerra exterior. Su problema fue que no resultó exitosa.

(Al margen del debate, agradezco inmensamente los comentarios, ya que me encanta debatir pero son muy pocos los que se animan a hacerlo, por lo que insisto que le agradezco el suyo. Dicho lo cual, huelga decir que no trato de hacerme el "enterado" ni nada parecido; tampoco lo pretendo. Requiero simplemente, para mí y cualquiera, el respeto debido y si se quiere debatir, estaré encantadísimo de hacerlo, pues siempre me gusta acercar posturas además de confrontarlas.)

Un saludo y, de nuevo, gracias por la aportación.

Anónimo dijo...

Antes de leerle,quiero decir que siento de hacerle enfadar. Pero "listo"habia dicho sin ninguna ironía.

John Cornford dijo...

Tengo un estilo sensiblemente vehemente, no lo puedo evitar; pero no me enfado, menos sin intercambio.