domingo, 23 de octubre de 2011

El fin de ETA y la salida política al conflicto

ETA ha anunciado recientemente su intención de cesar, de forma definitiva, la lucha armada. La sociedad respira aliviada al tiempo que desconfía de la banda, que ya anteriormente había realizado anuncios similares con el fin de ganar tiempo para recomponerse. Sin embargo, este parece ser sincero y ahora, como suele decirse, la pelota está en el tejado del Estado, que debe dar el siguiente paso. En este sentido, la decisión que se tome puede marcar el comienzo efectivo del fin de ETA o suponer una ruptura más de este lento proceso.

Ocurren en el horizonte inmediato varios problemas arrastrados del oportunismo político de que los grandes partidos (muy especialmente el Popular) han hecho valer durante muchas décadas, hasta formar parte de su Ser político. Un ámbito más abstracto, el discursivo, está entorpeciendo la correcta conceptualización de la solución, pues no permite tomar la suficiente distancia del problema para aprehenderlo.

El PSOE, por boca del presidente del gobierno, J. L. Rodríguez Zapatero, declaró recientemente, a modo de valoración del mencionado anuncio de ETA, que en adelante "la nuestra será una democracia sin terrorismo, pero no sin memoria", y aludió a la necesidad de honrar y recordar por igual a cada una de las 829 víctimas mortales del terrorismo etarra.

Dos problemas elementales: 1) La no diferenciación de víctimas conlleva la no diferenciación de etapas dentro de la organización, nacida en los años sesenta. Lo cual no tiene ningún sentido y no ayuda a dicha conceptualización; 2) Se niega, como era de esperar, la parte que le toca a la responsabilidad del Estado, que practicó el terrorismo y cuyo régimen penitenciario para con cualquiera que se le atribuyan delitos de esta naturaleza violenta derechos elementales que habrían de tener.

El problema de los presos sería el que, esencialmente, engloba este segundo punto, y la cuestión es increíblemente sensible en el País Vasco. Del primero, simplemente señalar algunas de las primeras víctimas de ETA: Melitón Manzanas y Carrero Blanco. El primero, insigne torturador franquista que en 1998 fuera condecorado post morten por el que entonces fuera ministro del interior del gobierno del PP, Jaime Mayor Oreja. No sólo no es de lamentar su muerte, sino que habría de, como mínimo, ser objeto no de juicio y sí de contextualización. Esto como poco. El "torturador de San Sebastián" no puede tener la misma consideración que cualquier otra víctima, pues es claro que no se trataba de una cualquiera; quien a hierro mata, a hierro muere. Por su parte, la muerte de Carrero Blanco forma parte indivisible del fin de la dictadura; en no poco este atentado habría de ser reconocido por cualquier demócrata como parte del proceso de disolución del régimen dictatorial. No diferenciar entre víctimas no ayuda a la memoria que aludiera el presidente, y confunde términos.

Con el fin de la dictadura franquista, se abrió un debate en el seno de la organización, y se produjeron escisiones. Para algunos, ya no había motivo para seguir la vía armada, y abogaron por una solución política.

La estrategia seguida por el Estado en el fin del terrorismo etarra no puede omitir esto. Ésta ha sido una política de hostigamiento perpetuo que, entre otras, tuvo como consecuencia lógica pero buscada, la negación de la salida política al conflicto. Esto es algo en lo que históricamente coincidieron PP y PSOE, con una agresividad discursiva para con el asunto del terrorismo que sobrevolaba el campo del populismo, y les proporcionó un enorme rédito político, al tiempo que desviaba la atención de otras cuestiones de preocupación más cotidiana. Ahora se está viendo el problema de vivir sin ETA para el PP.

Otras organizaciones políticas, como es el caso de Izquierda Unida, denunciaron en su día la ilegalización de Herri Batasuna (que tenía en torno al 10% de los votos en el País Vasco, que suponían unas 200 mil personas), abogaron siempre por la vía política al conflicto. El éxito electoral de Bildu puso en duda la unidireccionalidad de la política seguida por PP y PSOE, guiada por el hostigamiento militar a ETA.

No sólo esto. Hoy aparece una noticia en El País en la que se reconoce la decisión de la banda como consecuencia del éxito electoral de Bildu. ¿Cómo encaja esto en el discurso de confrontación de los dos grandes partidos hegemónicos? Difícilmente o, sin más, no lo hace, pero evidencia, cuanto menos, que la política seguida hasta la fecha pudo no haber sido infalible.

Se dice que se ha llegado a este punto por su agotamiento militar, y esto puede ser parcialmente cierto. Una cosa es segura, todo conflicto tiene un trasfondo político, y debe permitirse que sea desarrollado. Lo que ha terminado (aparentemente) es la vía armada, pero queda aún por resolver precisamente la parte política, que llevará años. Quién sabe si este día, con muchas menos dosis de confrontación y pulsos de fuerza, habría llegado antes.

1 comentario:

UN DE LLAVIANA dijo...

NUEVA ENCUESTA,DEBATE! NUEVA ACTUALIZACION (SUELDU DEL ALCALDE) Entra y comenta undellaviana.blogspot.com