Acabo de ver el programa de 59 segundos completo. Tremendo. Menudos tertulianos que mandaron para atacar al régimen cubano: los dos cubanos allí presentes por la parte de la disidencia, defendiendo la política estadounidense contra la isla, diciendo que el bloqueo no existe y que los cubanos no se mueren de hambre “gracias a EEUU”; luego dirán que el imperio no tiene lacayos a sueldo. Jorge Moragas, del Partido Popular, acusando a Willy Toledo de hacer “propaganda comunista”, y divertidos estuvieron por su parte los representantes del PP y PSOE, aquél y Pedro Zerolo respectivamente, que pese a estar en el “mismo” lado de la mesa (aquel de la acusación contra Cuba), no perdieron un momento para sacar los trapos sucios del otro, en un alarde de puro y burdo bipartidismo. Será que el ello es ya algo insertado en su código genético. Por cierto que a Fariñas (disidente en huelga de hambre con quien contactaron telefónicamente) le faltó tiempo para poner su caso en relación con el de Ochoa y su juicio, y no para condenar la sentencia de muerte a éste, sino para decir que no había hecho nada para ser encontrado culpable de narcotráfico.
Puede sorprender, a quienes consideran todo este circo mediático perfectamente normal y justificado, que para no haber una campaña en contra de Cuba (en la que por cierto cayó con el más burdo oportunismo político IU de Madrid), el programa, que constó de 1h. 36’ , y en el que hablaron del Gürtel y de la acusación contra el juez Baltasar Garzón (asuntos bastante importantes en el panorama político nacional) estuvo un tanto descompensado. Y es que a Cuba le dedicaron desde el minuto 40 hasta casi el cierre. Muy equitativo, desde luego, y fuera por cierto del alcance de los 45’ a los que aludió la guapísima y pluriempleada presentadora de TVE-1. Por cierto diré que Lidia San José, que merecería, por muchas cosas, un capítulo aparte, para haber firmado la carta del “Yo acuso al Gobierno cubano”, pareció estar bastante poco informada.
Pero supongo que no será tanto el bajo nivel dado por los anticubanos (y digo bien) como que lo que tenían era que argumentar sobre la base de la justificación difamatoria, y así es difícil construir una buena argumentación. A Cuba se le pueden criticar muchas cosas, pero desde luego cuando hablan varias voces que contraponen sus opiniones dejando el monolitismo interpretativo de lado, lo que sale a relucir es una realidad bastante más policromática. Y esto es así porque se pueden emplear datos internacionales que avalan el alto nivel de desarrollo humano alcanzado por la isla que, curiosamente, es el que se empeñan todos los medios en velar.
A Cuba, como digo, se le pueden echar muchas cosas encima, como a cualquier Estado del mundo, y más desde puntos de vista de izquierda, por ser en sí misma un modelo emanado desde postulados socialistas. Pero hablar de condenar a todo un Estado por violentar los DDHH cuando, y siempre según datos de AI por supuesto, es el que menos los viola en su continente, resulta cuando menos ridículo. Plantear acta de acusación sobre este punto desde las argumentaciones del Imperio que rige el mundo y sus principales aliados parece un ejercicio de neocolonialismo bastante evidente.
El programa completo, aquí.
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