lunes, 16 de enero de 2012

La muerte del cacique: Manuel Fraga Iribarne (II)



Las reacciones no se han hecho esperar. Obviamente, todos sabían que iba a ser así. Con todo, resuenan groseros los aplausos y toda la pompa fúnebre en honor a tan insigne franquista.

Entre otros motivos, históricos y muy variopintos que a su vez generan diferentes casuísticas y variantes que pueden inferir sobre un proceso, tenemos en España una democracia terriblemente deficitaria entre otras cosas por falta de sentir de ciudadanía. Ello se explica en parte por lo reprimido que siempre se ha hallado.

Democracia significa, entre otras cosas y fuera de su sentido etimológico -aunque obviamente tocante al mismo-, consecución de. Esto es: lucha, conflicto. No estamos aquí diciendo que la democracia deficiente que tenemos sea atribuible a cosas como las que en días como el de hoy se ejemplifican, pero desde luego tiene algo que ver. Y es que ha muerto un insigne franquista, un hombre de orden más que simpatizante de lo autoritario, que no sólo firmó sentencias de muerte, sino que fue responsable de primera línea de sucesos como los de Vitoria de 1976, luego de los cuales en los que murieron 5 trabajadores en huelga, exclamó la afamada sentencia: "la calle es mía".

Es difícil que podamos tener una democracia celosa de sí misma, de su esencia, cuando ésta pasa por el reconocimiento de quienes supieron adaptarse y pasar de la dictadura a una democracia controlada pintándola de "cosa otorgada". "Ha muerto uno de los padres de la democracia", dicen hoy los medios. El padre que regala algo u otorga algo a un hijo. Desde luego es un concepto de la res pública bastante restrictivo y que lo pinta como algo absolutamente verticalista, un asunto al margen del pueblo, una especie de actualización del despotismo ilustrado. En resumen se podría decir que somos ciudadanos por gracia, si no divina, sí humana. Y de un superior a nosotros, claro.

Hoy parece que tenemos que llorar todos al padrecito. Una práctica esta muy despótica y, tratándose de un personaje de este pellejo, maniquea. Un personaje tan notable en el franquismo que, igual que Adolfo Suárez, tratan de hacerlo pasar por "demócrata tapado". No cuela.


No hay comentarios: