Ni el mundo ni la sociedad derivada de un sistema capitalista que, como denunció muy acertadamente la III Internacional durante los años veinte, elegiría antes la barbarie que el colapso. En otras palabras más sugerentes si se me permiten —y muy apropiadamente con el contexto en que fueron dichas—, el capitalismo escogería abrir Auschwitz antes que cerrar Wall Street.
Quizás estas palabras suenen excesivamente dramáticas, pero me parecen muy acertadas en el contexto mundial que hoy vivimos. De todos modos, van a propósito de un artículo que me envió un colega y amigo a cuento de un avance en la aplicación del proyecto Bologna de universidades en el que uno de sus puntos conflictivos es la introducción de la empresa privada en la universidad. Puede que sea muy malpensado suponer que guarda relación directa pero, ya fuera de la gran casualidad que ello supone, lo que está claro es que el camino que se sigue parece ser éste por lo que, en el contexto de la aplicación de una reforma europea de la universidad, no parece descabellado creer que dicha tendencia es fácil que se acentúe.
Resulta que la eminente Universidad de Sevilla, la Universidad Carlos III y la Universidad Politécnica de Madrid han firmado con fecha a 23 de diciembre los Acuerdos Marco y Específico de colaboración Universidad-Empresa en un acto que tuvo lugar en el Ministerio de Ciencia e Innovación. El objetivo: la realización de actividades conjuntas entre las tres universidades y EADS las cuales versarían sobre la industria aeroespacial y de defensa —o de guerra por ser más francos—. Teniendo en cuenta que a) España es uno de los principales productores europeos de armamento y que b) el Estado ya no tendrá que preocuparse de abarcar gastos públicos como el de la incómoda enseñanza, pues la EADS muy generosamente financiará el centro que vaya a crearse entre las tres universidades, podemos deducir que la enseñanza seguirá el camino que marque el mercado. Y por supuesto, desde el insigne Ministerio ya se ha advertido para tranquilidad de incrédulos y escépticos que la hasta ahora deficiente I+D+I iba a pasar a depender en el futuro de los acuerdos de colaboración entre los sectores industriales y las universidad para su mayor dinamismo y mejora.
Esta vergonzosa noticia guarda relación directa (o indirecta, me da igual) con la tolerancia a Estados terroristas como el israelí por parte de un gabinete que subió a la presidencia por enarbolar un supuesto discurso pacifista. Sé que soy pesado con esto, pero la hipocresía del PSOE me parece ya además de monótona, insultante a la inteligencia de la gente. El problema es que para ganar las elecciones ya no es necesario ser ni discreto y disimulado, ni coherente siquiera porque, claro, cualquier cosa es mejor que la derecha. Por supuesto, votar por miedo y en negativo (voto útil para entendernos) se ha convertido tristemente en la esencia de la democracia occidental una vez logró el anhelado objetivo de borrar del mapa político la oposición de izquierdas y reducir el espectro político al bipartidismo.
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