lunes, 20 de julio de 2009

"Sabían y ayudaron un poquito"

Dejo aquí este artículo sobre el golpe en Honduras que firma que Juan Gelman.

Juan Gelman
Jueves, 16 de Jul de 2009. 2:30 pm
La Casa Blanca conocía desde hacía meses el golpe que se preparaba en Honduras, aunque ahora los voceros del Departamento de Estado finjan una inocencia sorprendida. El actual embajador estadounidense en Tegucigalpa, Hugo Llorens, lo sabe muy bien: el 12 de septiembre de 2008 llegó al país centroamericano y, nueve días después, el ahora golpista general Romeo Vásquez declaraba por la emisora HRN que lo habían buscado "para botar del gobierno al presidente Manuel Zelaya Rosales" (www.proceso.hn, 21-9-08). Agregó: "Somos una institución seria y respetuosa, por lo que respetamos al Señor Presidente como nuestro Comandante General y nos subordinamos como manda la Ley". Igualito que Pinochet antes de alzarse contra Salvador Allende. Cualquier semejanza es apenas obra de la realidad.

El 2 de junio de este año, Hillary Clinton acudió a Honduras para participar en una reunión de la OEA. Entrevistó a Zelaya y le manifestó su disconformidad con el referéndum que el mandatario planeaba llevar a cabo simultáneamente con las próximas elecciones presidenciales. Funcionarios norteamericanos señalaron que "no creían que ese plebiscito fuera constitucional" (The New York Times, 30-6-09). Seis días antes del golpe, el diario hondureño La Prensa informaba que el embajador Llorens se había reunido con políticos influyentes y jefes militares "para buscar una solución a la crisis" causada por el referéndum (www.laprensahn.com, 22-6-09). La "solución" encontrada es notoria.

Es difícil suponer que los mandos militares de Honduras, armados por el Pentágono y formados en la Escuela de las Américas, que a tantos dictadores latinoamericanos les enseñó cómo hacerlo, se hayan movido sin el acuerdo de sus mentores. Por lo demás, los golpistas no ocultaron las razones de su acto: Zelaya se estaba acercando demasiado al "comunista" de Chávez, el venezolano más odiado por la Casa Blanca: en julio de 2008, bajo su mandato, Honduras adhirió a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), el nuevo "eje del mal" en América latina. Demasiado, ¿verdad?

Demasiado, sí, porque Honduras es territorio estratégico para el Pentágono, que desde la base de Soto Cano, donde se estacionan efectivos de la fuerza aérea y de la infantería estadounidenses, no sólo domina América Central: este verdadero enclave es fundamental en el esquema militar de EE.UU. para una región rica en recursos naturales. Aunque nunca tocó los intereses de las corporaciones extranjeras ni de los dueños locales del poder económico, Zelaya constituía un peligro de "desestabilización". Cabe señalar que el referéndum sobre la convocatoria o no de una Asamblea Constituyente que podría permitir la reelección de Zelaya no era vinculante. Nadie se molestó en Washington por la reforma constitucional que permitió en Colombia la reelección de Alvaro Uribe, gran aliado de EE.UU., que ni siquiera fue plebiscitada. Es que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Los golpistas hondureños son impresentables. El general Romero Vásquez Velásquez, echado por Zelaya, de regreso con el golpe y autor del secuestro y expulsión del presidente, fue alojado en la penitenciaría nacional en 1993 junto con otros diez miembros de una banda acusada de robar 200 automóviles de lujo (www.elheraldo.hn, 2-2-93). Era entonces mayor del ejército; como general, se dedica a robar un gobierno elegido en las urnas. Otro impresentable es el ministro consejero Billy Joya, que no hace honor a su apellido (o sí, según se mire): fue jefe de la división táctica del batallón B3-16, el escuadrón de la muerte hondureño que torturó y "desapareció" a numerosas personas en los años ’80. El "Licenciado Arrazola" –uno de sus alias– es un experto en la materia: estudió los métodos de las dictaduras argentina y chilena (www.michelcollon.info, 7-7-09). Son antecedentes conocidos, pese a lo cual, o por eso mismo, fue elegido para formar parte del régimen golpista, tan democrático pues.

La represión en Honduras continúa. El jueves de la semana que pasó fue detenido el padre de Isis Obeid Murillo, el joven de 19 años asesinado por el ejército en el aeropuerto de Tegucigalpa: tuvo la peregrina idea de exigir públicamente justicia para su hijo (www.wsws.org, 11-7-09). Los salvadores de la democracia expulsaron a periodistas de Associated Press, desaparecieron de la pantalla al Canal 21 y efectivos armados ocuparon el canal 36 (Miami Herald, 1-7-09). Es la concepción de la libertad de prensa que caracteriza a los golpistas.

La Casa Blanca sigue blanda con lo que calificó de "acto ilegal". Hillary se niega a llamarlo "golpe de Estado" porque eso implicaría automáticamente el cese de la ayuda económica y militar estadounidense a Honduras. Las conversaciones sobre un arreglo pacífico que tienen lugar en Costa Rica, en las que el presidente Oscar Arias actúa de mediador a pedido de Obama, son una farsa. Pero tienen un costado importante: entrañan un reconocimiento oficioso del régimen impuesto. Arias ya anunció que tratará de "presidente" tanto al golpista Micheletti como al mandatario elegido en las urnas y depuesto. Esto sí que es ecuanimidad.

Y algo de información multimedia: aquí os dejo a Walter Martínez; un jefe.

Se cumplen 30 del triunfo de la revolución sandinista

Ayer, 19 de julio de 2009, se cumplía el aniversario del triunfo de los sandinistas en las elecciones de hace ya treinta años. Dejo aquí este enlace para el que esté interaso en ver imágenes de cómo lo celebró de modo multitudinario el pueblo nicaragüense.

lunes, 6 de julio de 2009

"Honduras necesita apoyo, no necesita condena"

El Cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez de Madariaga afirma que el golpe a Zelaya no fue un golpe de Estado. Por si alguien consideraba que, entre los poderes que estaban detrás del golpe era una exageración señalar a la Iglesia, aquí la prueba. La breve entrevista no tiene desperdicio.

Ayer, en Hora 25

domingo, 5 de julio de 2009

Sobre el debate en torno al Príncipe de Asturias a Marcos Ana

Hace algunos días que puse el enlace para todo aquél que lo deseara y quisiera votar por la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a Marcos Ana. Las razones para que le sea concedido el galardón están aquí perfectamente bien especificadas, por lo que yo no voy a reproducirlas o extenderlas. Francamente, no creo que pueda haber un mejor candidato para el presente galardón que éste, quien representa a la perfección la filosofía de dicha nominación.

No faltan, no obstante, voces disconformes y que no vienen precisamente de la derecha —de quien seguro no querrá ni oír hablar de un candidato como Marcos Ana— sino de un sector de la izquierda. Los motivos, que son tan válidos como otros, no los comparto en absoluto, de ahí esta entrada.

El debate está bastante bien expresado aquí, donde puede leerse. Con la gente de "Kaos en la red" ¿de quienes tenía con anterioridad su enlace desde este blog? no tengo, es cierto, especial simpatía, precisamente por opiniones que beben —a mi entender— de postulados similares, pero que resultan basnte más nocivos que estos. Me refiero, por ejemplo, a la serie de artículos lanzados contra IU de Gijón con motivo de la detención y procesamiento de dos sindicalistas que falsamente desde esa página, defendían como comunistas represaliados por el Ayuntamiento de la localidad; ni mucho menos comunistas pese a aparecer levantando el puño en las movilizaciones en su favor —quizás porque éstas fueron promovidas en gran parte por el PCPE—, ni acusados por la coalición —PSOE-IU— en gobierno, que resultaba ser falsa pero que efectivamente tuvo sus pretendidas consecuencias políticas electorales tan buscadas.

Así, el artículo de Kaos resulta ser el traslado, en su primera parte, de la corriente anti Transición que tanta fuerza parece estar, poco a poco, cogiendo en los últimos años a raíz del largo tiempo transcurrido que permite hablar —con mayor libertad dicho sea— de cosas como los Pactos de la Moncloa en términos desacralizados. De todos modos, dentro de esta tendencia, toman un camino un tanto escorado que, bajo mi punto de vista, resulta muy exagerado:

"Impunidad y Monarquí juanfranquista, son los dos iconos del período de la Transición, dos iconos que Marcos Ana bendeciría al someterse a la humillación de que el nieto político del dictador le hiciese entrega a MA de un premio para reconciliar a unos verdugos, orgullosos y nunca arrepentidos de sus crímenes con una víctimas huérfanas de toda petición de perdón y de verse reparadas".

Precisamente, el mayor defecto que se subraya cuando, ya casi al final en un escueto párrafo que en realidad no dice demasiado, se incide en la argumentación del porqué no al premio, se dice:

Los que promueven su candidatura al citado “premio” deberían saber que en la práctica lo que se está proponiendo es que la FPA se dé un premio a sí misma, la fundación del hijo del rey impuesto por Franco y por la Transición, tan necesitado de un acreditado aval democrático, que recibiría de ser aceptado su premio por una víctima ilustre del régimen que designó a su padre como su sucesor. A Marcos Ana, no le hace falta ningún aval.

Y por cierto que la ucronía me parece cuanto menos oportunista y maniquea. En mi opinión, aparte de que Marcos Ana haya aceptado con agrado la nominación, resulta una exageración tanto a la naturaleza de los Premios (por el hecho de ser “la fundación del hijo del rey impuesto por Franco” no recibe una herencia directa o indirecta de la dictadura franquista) como la candidatura misma. El que una institución como la Monarquía otorgue estos premios lo que a mí me transmite es un reconocimiento de facto de algo que ya no puede ser ocultado: que el gran mérito del advenimiento final de la democracia —por mucha monarquía añadida en ella— fue sobre todo gracias al sacrificio de toda la gente que en Marcos Ana está ejemplificada. En otras palabras, lo que me parece es el reconocimiento por parte de aquellos que la Transición sacralizó como los hacedores de la democracia en España, de que el mérito no fue un patrimonio exclusivo de nadie.

No creo, por otra parte, que se concrete dicha nominación en Premio, pero me parece más un resquebrajamiento a través de la memoria histórica tan en boga últimamente del mito de la Transición, que un reforzamiento del mismo y la sola candidatura de Marcos Ana así lo verifican.